miércoles, 21 de diciembre de 2011

La comunidad (4)

Cuando ella tenía cuatro años y yo seis, nos encontramos accidentalmente en la Fuente Mayor del pueblo. Nuestras familias ya habían perdido todo rastro de amistad y se evitaban mutuamente, incluso cualquier encuentro entre los más jóvenes de ambas progenies. Yo me había escondido de mi madre detrás de la fuente y me quedé allí sentado durante media hora hasta que unos ojos azules me miraban desde el borde de la fuente. Allí empezó todo. Mientras éramos pequeños, yo solo la acompañaba cuando iba a cualquier lado con su madre. Suzanne Grewman era el lado bueno de los Paulman, había heredado todas las buenas cualidades de Mary Anne Paulman. Ella hacía caso omiso de las advertencias de su padre, don Andrés, que no quería que su nieta y el nieto del jefe, es decir yo, fuesen amigos. Su madre sabía algo que nadie sabía ni había averiguado aún. Que Miranda y yo estábamos destinados a estar juntos y que no había persona en el mundo capaz de impedirlo. A medida que fuimos creciendo, cuando nos vimos libres de nuestras respectivas madres, íbamos por el bosque a dar paseos y a explorar lugares que nadie había visto todavía.
A Miranda le encantaba encontrar ese tipo de lugares, le daba la sensación de haber cambiado algo en el mundo, algo importante. Por el contrario, a mí me encantaba verla en esos momentos y ayudarla a encontrar esos lugares. Por eso cuando cumplió catorce años le hice un regalo que más nadie podía hacerle y que le iba a gustar mucho. Le regalé mi lugar secreto en el bosque. Yo ya hacía unos ocho meses que había cumplido los dieciséis, por lo que yo ya sabía qué era y de qué era capaz. Miranda aún lo ignoraba de primera mano pero ya lo sabía porque su hermano era unos seis años mayor que ella y le había mostrado lo que diferencia a nuestra comunidad de las personas que viven al otro lado del río Ancho.
Cuando llegué a mi casa, mi madre me estaba esperando de brazos cruzados en la entrada sentada en un banco de piedra que había en el pequeño jardín delantero. Parecía enfadada o más bien disconforme con lo que le habían dicho. Lo que me espera...
-Por fin te has dignado a aparecer por tu casa. Estaba empezando a creer que tenía que recoger tus cosas y llevártelas a casa de tu adorado Jeff.
-Avisaras que ya lo hacía yo. Me voy a mi habitación... -iba a entrar por la puerta pero mi madre me agarró de un brazo y me detuvo.
-Tú no te vas a ningún lado. Ahora mismo nos vamos al despacho de tu abuelo y mantendremos una conversación de lo más interesante.
-No sé para quien...
-Es hora de que tomes una decisión.
-Vamos entonces. Que empiece la función -creo que ya sé cual va a ser el resultado de esta reunión.
 Nada más entrar vi a varios de los consejeros de mi tío. Su papel era más que nada una formalidad porque ya no hay nadie en el mundo que pueda hacerlo cambiar de opinión. Enfrente de la puerta principal estaba la puerta del despacho de mi abuelo Luke. Allí se mantenían reuniones del consejo y se tomaban decisiones. Buenas o malas. Su despacho es el lugar que más odio en el mundo. Es tan impersonal y funcional. Un archivador, un sofá, una mesa, unas sillas y unas estanterías con carpetas y algunos libros. No hay fotos ni recuerdos ni nada que indique encuentros y cenas familiares. Mi abuelo estaba sentado al otro lado de su gran mesa rellenando sabe Dios que documentos. Estaba muy serio. Mi madre se sentó en una de las sillas que había delante del escritorio. Realmente me daba igual lo que fueran a decirme, pero no iba a ser yo quien hiciera un drama. La decisión ya está tomada y no les va a gustar demasiado. Es mi vida.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La comunidad (3)

 Crucé la avenida principal y seguí una calle estrecha hacia el oeste. Era uno de los muchos atajos que había descubierto cuando era niño. Este atajo llegaba a mi casa sin tener que dar todo un rodeo cruzando media comunidad. Aunque no era la mejor de las elecciones ya que antes de llegar a mi casa, está la casa de... Miranda. Millones de recuerdos y encuentros hay en esta ruta. A pesar de ello, paso por aquí siempre que puedo. No lo puedo evitar. Necesito sentir que mi vida, antes de que Miranda se fuese, no fue una mentira, que todo lo que compartimos fue real.
Lo primero que se me viene a la cabeza cada vez que paso por aquí es a Miranda esperándome. Siempre me esperaba. Cincuenta metros antes de llegar a su casa había un tocón de un árbol que habían cortado hace tiempo. Ella se sentaba allí a esperar que yo viniese. Nunca la iba a buscar a su casa, ni ella venía a la mía. Teníamos demasiado claro que nuestras familias maternas nunca congeniarían y tampoco les gustaba que nosotros fuéramos amigos de toda la vida. Eso nunca nos importó. Miranda hacía como que no existían, pero yo sé que a ella esa situación no le gustaba. Muchas veces cuando venía a buscarla, vi que tenía los ojos rojos de llorar. Nunca le pregunté nada porque yo ya sabía de que era y ella también sabía que yo lo sabía. No hablábamos de ello. No había mucho que hacer al respecto y nosotros no podíamos hacer nada para cambiar la situación.
La casa de Miranda o mejor dicho, la casa donde vivía antes de irse, era más grande que la de mi tío Jeff, por supuesto. Era más grande y tenía dos plantas y un sótano. Era blanca y tenía el tejado de color verde. Todo en aquella casa inspiraba paz y tranquilidad. Allí vivían los padres de Miranda, sus hermanos, su abuelos maternos, una tía y ella. Ahora ya no vivía nadie allí. Tras la muerte de su mujer, don Andrés se llevó a toda su familia. Era muy triste ver una casa de esa magnitud abandonada y casi asilvestrada. La vegetación había tomado el mando del jardín y algunas hiedras trepaban por las paredes de la casa. Y el blanco, ya no era blanco. Lo que más me gustaba de su casa era un pequeño bosque que había detrás de la casa. Solíamos ir allí de exploración, hasta que su hermano venía a buscarnos. Andy es una gran persona y a pesar de pasar por lo que pasó, aún sigue encontrándole el lado divertido y positivo a la vida.  
 Por el contrario, mi casa nunca ha encajado allí. Era muy distinta a todas las demás de la comunidad. Mi abuelo Luke se ha empeñado en que los jefes de la comunidad no pueden vivir en una casa parecida a la de los demás habitantes de aquel bosque. Tenía que inspirar respeto y mostrar el poder que habitaba entre aquellas paredes. El título de jefe es hereditario de abuelos a nietos, igual que el gen que nos diferencia de todos los demás humanos. Según unos rumores, el abuelo de mi abuelo Luke había sido un buen jefe y todos en la comunidad lo admiraban porque había superado muchos problemas y aún así había conseguido que todo fuese bien para todas las familias. Hasta que pasados ya diez años después de adquirir el título de jefe, su mujer falleció y ya no volvió a ser el mismo. No era capaz de sobrellevar sus deberes así que delegó en su joven nieto, es decir, mi abuelo Luke. Mi abuelo no dio lo mejor. Hizo todo lo contrario. Primeramente reunió todo el poder y se construyó su fortaleza desde donde dirigía toda la vida de sus vecinos, saliendo solo en celebraciones importantes y actos públicos que requerían de su presencia.
En aquellos años, los Paulman (la familia materna de Miranda) y los Kolman (mi familia materna) se llevaban bien. Incluso creo que hubo lazos matrimoniales entre algunos de los miembros de las dos familias. Un hecho que no se había vuelto a repetir hasta que nació Miranda.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La comunidad (2)

 -Claro y mientras tú andabas subido a los árboles, yo he aguantado a tu quejica madre -lo dijo tan en serio que tuve que ver su cara. Era indescifrable y sentí la necesidad de disculparme.
-Lo siento. yo... Es sólo que necesitaba... -de repente estalló a reír. Con él nunca se sabía. Podías llegar a creerte al trola más grande del mundo.
-¡Era broma! Por tu madre ni te preocupes. Le he dado largas y la he mandado a freír espárragos.
-Gracias. Ahora no me apetece responder a su interrogatorio. Y tal y como está ahora mi mente, no quiero ande hurgando. Son mis recuerdos...
Yo me había sentado al lado de mi tío. Me encanta estar con él. Es como respirar tranquilamente, sin presiones. En cambio en casa, no había manera humana ni sobrehumana de relajarse. Siempre están observando cada paso que doy esperando a que cometa el más mínimo error para cuestionar todo lo que he hecho durante toda mi vida. Y eso que solo tengo dieciocho años. Es como vivir esperando una sentencia. Además, sus preguntas... Mi madre y mi abuelo no paran de intentar averiguar que voy a hacer con mi vida. Ni yo lo sé.
-Entiendo... ¿Sabes que las puertas de mi casa están siempre abiertas para ti? Aunque a tu madre no le haga ninguna gracia que te pases aquí los días en vez de en tu casa. Pero bueno. No importa.
-Gracias, tío Jeff. No sé que haría sin ti. Bueno, no sé que haríamos Miranda y yo sin ti. Nos ayudaste mucho siempre. Incluso cuando éramos dos críos y don Andrés se negaba a dejarla jugar conmigo, tú le convenciste.
-En realidad, estaba muy claro que no era solo un juego de niños. Tú ya sabías que ella era tu amiga del corazón y a ella poco le faltaba para averiguarlo. ¿Por qué hacer las cosas aún más difíciles?
-Ya bueno, pero... Además, cuantas veces cuidaste de nosotros durante las noches propicias y de sus hermanos. Incluso ahora has acogido a Andy y eso que a ti no tenía que importarte. Y... me ayudaste cuando se fue...
-¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Dejar que nuestra familia se llene aún más de la hipocresía y la mezquindad que ya la envuelven? Además, tu tía Maggie se habría enfadado muchísimo de estar aquí y ver que no hacía nada.
-Ya..
Nos quedamos en silencio un buen rato. Se podía oír a todos los animales nocturnos del bosque. A pesar de que mi tío Jeff tiene cincuenta años ya, sé que con él puedo hablar siempre que quiera, cuando quiera y de lo que sea. Siempre me entiende. Supongo que es porque durante su juventud tuvo su ración de historias familiares dramáticas (muy propio de los Kolman, mi familia materna). Una vez me contó que su padre, es decir mi abuelo materno, Luke, no le permitía verse con Margaret Leah Willman y eso que estaba bien claro que eran amigos del corazón. Que se pertenecían el uno al otro sin importar lo que los demás opinaran o quisieran. El corazón no atiende a razones. Aún con todo en contra mi tío Jeff y Maggie siguieron adelante con el único apoyo de ellos mismos y su amor. Cuando tuvieron edad suficiente y unos ingresos para poder ir tirando, se casaron y mi tío le compró a su joven esposa la casa donde ahora vivía él solo con sus recuerdos. Por lo que me contó, la tía Maggie murió muy joven al dar a luz. Según le contaron a mi tío, hubo problemas durante el parto y el bebé nació muerto. Mi tío se derrumbó sobremanera que se encerró en su casa y se aisló del resto de la comunidad. La única persona que acudía a verle frecuentemente y le ayudaba con las tareas de la casa e incluso le cocinaba a veces era Mary Anne Paulman, la abuela materna de Miranda. De esto ya hace mucho tiempo porque mis padres acababan de casarse. Aún así mi tío sigue viviendo sólo entre estas paredes llenas de fotos y recuerdos.
-Es mejor que vuelvas a casa, JD. Ya es muy tarde.
-Sí. Gracias por todo, tío Jeff. En serio.
-JD, no quiero que la historia se repita. En nuestra familia ya hay sufrimiento suficiente para un par de siglos. Y recuerda, y esto lo sé por experiencia: ábrele tu corazón a todos los Grewman del mundo antes que a un solo Kolman.
-De los Kolman, tío Jeff. Tú eres la excepción.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La comunidad

Josh... Necesito...
Esas dos palabras se me quedaron grabadas en mi mente. Mirara donde mirara no era capaz de olvidar lo que Miranda me había hecho sentir hacía tan solo diez minutos.

Después de que mi tío Jeff llevase a Miranda hacia el lugar donde había acampado con su familia, yo me escapé a mi lugar favorito. Nunca me encontré a nadie allí, supongo que nadie lo ha encontrado aún. Tampoco sé hasta que punto esto es verdad. Debido a nuestra naturaleza, tendemos a explorar cada recoveco de bosque que no esté habitado, hasta que hallamos "nuestro lugar". Ningún miembro de nuestra comunidad osaría nunca entrar en el lugar que no le pertenece. En "mi lugar" hay un lago pequeño rodeado por cuatro robles. Suelo tumbarme en el roble que está más al norte. Tiene una rama muy cómoda. Suelo venir a pensar, o más bien, a dejar que mis pensamientos y problemas pululen por mi mente e incluso dejar colgados algunos en alguna rama, quizás esperando a que se solucionen solos. Ahora mismo tengo demasiados...

Llevaba ya media hora mirando las hojas del roble, cuando sentí de repente en mi corazón una soledad que me oprimía. No era mía. Miranda se sentía mal. Tenía que ayudarla... Al final se relajó y conseguí que la calma y la noche la arrastraran a un sueño reparador. Le quedaban dos días muy largos.

Sin embargo me quedé pensando, más bien, saboreando la ansiedad y la necesidad que había sentido en el corazón de Miranda. Después de dos años lejos de ella, no sabía si ella seguía sientiendo lo mismo que hace dos años, pero ahora ya lo sé. En realidad, hace dos años nuestros corazones se sentían bien juntos, pero aún no era nada importante. Sin embargo, ahora ambos habíamos crecido y madurado; nuestros corazones ya sienten emociones más fuertes e intensas y cada vez menos inocentes.

Ya era casi de noche. Tengo que volver. Me bajé del roble y me encaminé hacia mi casa. No tenía ganas de regresar, pero si no lo hacía, empezarían a preocuparse y cuando volviese me atosigarían a preguntas. El camino se me hizo muy corto. Quizás demasiado. Nada más llegar al pueblo me dirigí a casa de mi tío Jeff. Era una casa pequeña de dos plantas. Solo vivía él, y ahora, también Andy. Era una casa muy confortable. Me recordaba a los refugios que suele haber en las montañas para los excursionistas o los cazadores. Son muy cómodas y acogedoras. La de mi tío era así, con la excepción de que no tenía las paredes construídas a base de troncos ni tenía animales disecados. Allí me sentía como en casa. Incluso mejor que en mi propia casa.

-¿En dónde andabas metido? -mi tío Jeff estaba sentado en el porche tomándose una cerveza. Ya había oscurecido, pero aún hacía calor.

-Necesitaba estar solo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (8)

Yo me levanté y recorrimos el mismo camino de regreso que el que habíamos seguido para ir al claro. Cuando llegamos, había en el medio de las tiendas una mesa preparada con la cena. A un lado del claro ardía una hoguera y a su alrededor había dos rocas unos troncos más grandes que servirían más tarde de asientos. Mi padre nos vio llegar.
¿Estás bien?
Mi padre estaba muy tranquilo, pero su voz lo traicionaba. Estaba preocupado. Le dediqué la mejor sonrisa que pude en aquel momento. Funcionó, pues lo noté más relajado. Cenamos. Nadie se había olvidado de mi incidente, pero tampoco se mencionó. Después de todo era el cumpleaños de Vera. Y... había que "tenerla" contenta. Si las cosas no salían como ella quería, podía destruir las mejores vacaciones, incluso una acampada en el medio del bosque. El primer día ha sido todo una aventura, a ver si el resto son un poco menos... peligrosos, mortales, preocupantes, agobiantes e interesantes. Un poco de tranquilidad, por favor. Creo que no es mucho pedir.
El resto de la noche pasó sin el menor contratiempo. Si nos olvidamos de la tarde, la noche se puede resumir como espléndida. Por lo menos, es la primera cena donde mi prima y yo no discutimos. Milagro... Después de unos cuantos dulces de malvaviscos, unos cuantos perritos y unas canciones, cada uno se fue a su tienda. Leí un poco antes de apagar mi linterna. Inmediatamente en la oscuridad y en mi tienda con el silencio por única compañía, me sentí terriblemente sola. Nunca había sentido antes este peso en el pecho que me impide respirar. Necesito...
Miranda, respira hondo... Relájate.
¿¡Josh!? Sentí como algo recorría mi interior. No sé el qué. Pero ha aliviado la pesadez y el agobio que sentía. 
Josh... Necesito...
No te preocupes, ya queda menos.
Podía sentir su seguridad y su calma. Su esencia... me hacía sentir bien. No sé. Si pudiese estar con él...
Duerme, Miranda. Ahora ya no importa lo lejos que estemos. Ya no importa...
Ya no importa, no.
Me quedé media dormida escuchando el eco del "Ya no importa" de Josh. Seguro que tiene razón. Ahora que nos hemos vuelto a encontrar, no nos vamos a separar. Duele demasiado. Yo... le necesito... demasiado.
Con estos pensamientos y sintiendo todavía la huella de Josh en mi mente y en mi corazón me quedé totalmente dormida. Sentía el cansancio en mi cuerpo agotado. Me sentía muy pesada en mi saco dee dormir. Por fin podía descansar. Lo necesitaba también, ya que ésta será la primera y la única noche en esta semana que dormirá medianamente bien.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (7)

Ese nombre... me recuerda a alguien, pero no sé a quien... Miré a mi hermano a la cara. Estaba asustado... y... nervioso...
-¿Qué has dicho Marcos? -sentí como intentaba ocultar su nerviosismo y su hallazgo. De no ser porque estaba segura de su reacción, habría conseguido su propósito.
-Nada. No te preocupes, no es nada.
-Marcos, ¡cómo me estés ocultando algo!
-No, claro que no. ¡Y además, el jueves ya lo vas a averiguar todo! Continúa, por favor...
No estaba segura de continuar, pero... lo hice. Mi mente evocó de nuevo la sensación de impotencia, cuando estaba en río... El no poder agarrarme a nada, ni a nadie... Después, la caída... como estar en el vacío... Con esa emoción me despedí de mi vida. E inmediatamente el momento en el que Josh me cogió. Recordarlo hacía que un torrente de emociones y sensaciones fluyesen en mi interior. Alivio al saber que no moriría, al menos, no en aquel instante. El hecho de recordar su corazón me embargó. Me llenó por unos segundos, justo antes de desmayarme, la sensación de plenitud. De que ya estaba completa, que ya no me faltaba nada. Muy hondo llegué a sentir que ya podía morirme porque ya tenía todo lo que necesitaba.
Sentí como Marcos se movía incómodo a mi lado. Era comprensible. Le estaba mostrando mis sentimientos hacia Josh. Sentimientos que él añoraba... Supuestamente durante un tiempo había estado inconsciente, pero en mi cabeza había voces. ¿Voces? Marcos se puso tenso y optó por levantarse. Sentí como se metía en mi cabeza y "urgaba" entre esas voces para poder aclararlas. Saber su significado, o mejor dicho, saber qué diablos hacían en mi cabeza. Unas voces que por supuesto no recuerdo haberlas oído en mi vida... Marcos salió de mi mente. Sentí su decepción acerca del resultado de su búsqueda. Durante unos segundos pude sentir como se evaporaba su presencia y sólo quedaba su huella, como la estela de un barco.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Yo pensando en mis recuerdos y en esas misteriosas voces. Marcos supongo estaría tratando de digerir lo que le había mostrado y además descifrar el significado de las voces. En realidad, ya no me parece todo esto tan irreal. ¿Qué son unas voces en mi cabeza, al lado de todo lo que me ha ocurrido y todo lo que he sabido en lo que va de día? Nada, por supuesto. De repente, el sonido del móvil de mi padre nos sobresaltó. Me di la vuelta, buscándolo, pero no estaba por ningún lado. A mi derecha, Marcos estaba hablando por teléfono. ¿Pero no era que en el bosque no había cobertura? Y... ¿qué hacía Marcos con el móvil de mi padre? Y así se lo pregunté, a lo que contestó:
-En este claro sí que hay cobertura... En éste y en otros claros semejantes. Y el móvil me lo dio papá, para avisarnos de cuando estuviera preparada la cena. Como se te había extraviado el walkie-talkie... y como te niegas a tener un teléfono móvil.
-Claro. Es verdad...
-Bueno, ¿me acabas de mostrar tu tarde?
-No. Por hoy es suficiente. Mejor volvamos...
-Entonces, mañana seguimos, ¿no?
-Ya veremos...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (6)

Sentí como su corazón lo arrastraba hacia su interior. Estaba muy solo. Sólo tiene once años, pero ya siente la soledad de su corazón perfectamente. Puedo entenderlo. Yo, al menos, ya conocía a Josh de antes. Ya tenemos muchos años de paseos por el bosque, anécdotas, juegos y recuerdos. Por el contrario, Marcos ni siquiera la conoce. No tiene ni siquiera una cara... Si yo que conozco a Josh desde hace tanto tiempo, me siento como si estuviera en medio del océano, haciendo equilibrios sobre una tabla estrecha, después de no vernos durante unas horas. No puedo ni imaginarme cómo se siente mi hermano. ¿Se habrá ahogado o todavía sigue aguantando sobre la precaria tabla? Intento sentir su corazón...
Todavía resiste... Ansía el regreso a la comunidad. En el momento en el que vea a la amiga de su corazón, aunque solo sea una mano, un pie o un mechón de su pelo, su corazón la reconocerá.
-¿Me cuentas lo que te ha pasado? -claro que se lo iba a contar, aunque no sé por donde empezar- Hay una manera para que me lo cuentes sin tener que usar las palabras. Es muy fácil y no tienes que pensar por donde empezar... Y así no tardas tanto -mi hermano quería cambiar de tema. Lo necesitaba... Y yo no se lo iba a negar. Además, siento curiosidad por saber qué más cosas podemos hacer.
-¿Y cuál es esa manera?
-¿Cómo puedo explicártelo...? Consiste en que me envíes tus recuerdos en imágenes... En teoría...
-¿Enviarte imágenes? ¿Cómo?
-La teoría es muy complicada. Pero... Déjame que piense... -su cara ahora mismo era un chiste. Me hacía sentir una ignorante ya que era claramente la de alguien que trata de explicar una cosa difícil a un niño haciendo que parezca sencilla y lo más divertido del mundo.
-Piensa, piensa...
-A ver así... Cuando le lees la mente a alguien, es como ver un álbum de fotos, con la diferencia de que si enfocas tu corazón en esa imagen, puedes sentir lo que esa persona sintió en ese momento. ¿Esto lo entiendes?
-Sí. Hasta aquí lo voy pillando.
-Bien. Pues imagínate que en vez de tener que pasar todas las hojas del álbum, directamente aparecen ante ti los momentos que buscabas. Esto significa que esa persona te los envió explícitamente.
-¿Y qué es lo que hay que hacer para enviar esos momentos en concreto?
-Sinceramente, no lo sé...
-¿¡Qué no lo sabes!? -¡no me lo puedo creer!
-Quiero decir, no en la práctica. Papá me lo explicó casi todo, pero hay cosas que no hice todavía... como enviar imágenes.
-¿Entonces...?
-Entonces, tenemos diez minutos para averiguar como se hace -debió de fijarse en mi cara, por la que asomaba mi lado cabreado-. Tranquila, ¿eh? Ya hace tiempo que pienso en como se hace y creo que no es tan difícil. Sólo necesitaba alguien más.
-¿Crees?
-Lo que tienes que hacer es concentrarte, por ejemplo, en todo lo que te ha pasado esta tarde y lo que has sentido. Y como estamos los dos solos, no tienes que hacer nada más. Después yo simplemente te leeré la mente. Si hubiese más gente, además tendrías que enfocar tus pensamientos en mí para que no le muestres a nadie algo por equivocación.
-Parece difícil...
-Inténtalo.
No hacía falta que me esforzara mucho en recordar toda la tarde ya que todavía sentía la tensión y los nervios a flor de piel. De repente, pasaron por mi mente unas cuantas imágenes. El lobo grande y negro persiguiéndome hacia el río. Marcos se había levantado, pero yo no le estaba prestando atención, simplemente seguí navegando por mis pensamientos. El agua congelada del río que me arrastraba hacia la Cascada. Otra vez el lobo, pero esta vez puede recordar sus ojos. Eran muy negros y estabas llenos de ira y reproche. ¿Me estaba culpando de algo? ¿Un lobo?
-¿¡Luke!?
Ese nombre...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (5)

-Ya... ¿Sabes por qué papá te tuvo esperando dos semanas y a mí dos días?
-Realmente no lo sé. Pero tuve mucho tiempo para reflexionar y deduje que era una especie de prueba. No sé... para saber si estaba preparado para guardar semejante secreto. No cualquier persona le contaría la verdad de buenas a primeras a un niño de once años recién cumplidos.
-Entonces... ¿reconoces que todavía eres un crío? -nos reímos tranquilamente. Hacía tiempo que no estábamos así. Desde que se murió el  abuelo Andrés, todo había sido problemas, discusiones y dolores de cabeza. La idea de la acampada era principalmente para relajarnos todos- ¿Y por qué yo dos días?
-Supongo que porque no tienes once años y porque el domingo ya  cumples los dieciséis.
Otra vez los dieciséis. No entiendo eso. Nada de nada. Jeffrey también había mencionado algo sobre el hecho de cumplir dieciséis años. Debe ser importante... Pensar en esto hace que me ponga más nerviosa de lo que ya estoy. Necesito respuestas ya.
Nos quedamos unos segundos en silencio. De repente mi recién afinado oído escuchó aullar a un lobo a lo lejos. Sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda hasta llegar a mi mano derecha, la que Josh había sostenido.
¿Con quién te has encontrado?
Otra vez la voz de Marcos en mi mente. Desde que Josh y yo nos habíamos separado esta tarde, todo en mi cabeza eran preguntas, pero también había un gran silencio lleno de soledad y oscuridad. La voz de Marcos me reconfortaba bastante, pero me gustaría que Josh estuviese aquí conmigo. No sé por qué, pero le echo de menos.
Te has encontrado con JD, ¿verdad?
Mi hermano me acaba de sorprender. Debí preguntarle hasta donde sabía. A lo mejor lo sabe todo...
-¿Cómo lo has sabido?
-Cuando te he preguntado, estabas pensando en él. Y... tenías... esa mirada...
-¿Cuál? -Marcos se quedó callado. Estaba pensando en algo, pero no sé si preguntarle o directamente averiguarlo a mi manera. No sé... No sé si hay algún tipo de norma o principio que diga a qué personas se les puede leer la mente, si hay algún tipo de diferencia entre familiares conocidos o desconocidos y los amigos del corazón.
-Es una mirada que todos los que encontraron a su compañero o compañera tienen cada vez que piensan en él o ella con el corazón... 
-¿Tú aún no...? -tenía curiosidad por saber si mi hermano también podía sentir lo que yo siento cada vez que pienso en Josh.
-No, no la he conocido aún... Cuando volvamos a la comunidad, posiblemente la encuentre y la conozca... -se quedó callado unos segundos y, sin querer sentí su tristeza y su soledad -La echo de menos.
Por lo visto así somos "nosotros", aunque aún no sé qué somos nosotros. Tenemos en el corazón una sensación de vacío muy grande, que parece que nos arrastra hacia un lugar sin luz ni salida.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Dos días sin saber (4)

Yo tenía mis razones para no acercarme demasiado a la parte más frondosa y oscura del bosque, pero Marcos me guiaba... No estaba perdido... Sabía por donde andaba. Me empecé a fijar por donde íbamos. Esta ruta, me  resultaba muy familiar, aunque no habría asegurado haber estado allí anteriormente. Me dejé llevar. Una inmensidad de emociones inundó mi mente y mi corazón. Imágenes sueltas acudían a mi cabeza cada vez que observaba un árbol en concreto o cierta piedra en la que podría haber estado sentada esperando algo o... a alguien.
Estuvimos andando durante casi diez minutos. No conocía aquella parte del bosque, pero Marcos sí. Sentía su seguridad. De pronto, los árboles empezaron a separarse y a formar un claro. Había también un tronco seco y caído justo en el medio. A pesar de ser casi de noche, podía ver todo perfectamente gracias a la luz de la luna que bañaba todo el claro e iluminaba cada detalle de aquel insólito lugar. Marcos se sentó en la hierba con la espalda apoyada en el tronco y yo, encima del tronco. Todo está en silencio. Apenas se oye el murmullo de la noche. Parece como si en el claro no viviese ningún tipo de animal, como si este claro estuviese reservado especialmente para nosotros. Aún así, siento una presión en el pecho, como si alguien nos estuviese observando o vigilando. No sé si fue buena idea venir aquí. Marcos captó mis pensamientos:
-No te preocupes. Éste es uno de los lugares más seguros de este bosque. Aquí nadie nos puede hacer daño. No a nosotros...
-Sé que es seguro... Pero no lo siento aquí -y con el dedo índice toqué mi corazón. Mi hermano lo único que hizo fue sonreír.
No soporto esta situación... El no saber nada de lo que pasa a mi alrededor. Y la cosa no mejora si mi hermano pequeño de once años sabe más que yo y no para de mirarme con esa sonrisa tan grande en su cara. Es exasperante... Tengo hasta ganas de darle un sopapo y borrarle esa gran sonrisa. Estuvimos en silencio un buen rato, hasta que Marcos se puso de pie delante de mí y con el ceño fruncido.
-¿Cuándo me vas a contar la versión real de lo que te ha sucedido hoy en el bosque? -sé que respuesta darle. No voy a ser la única que esté ansiando respuestas.
-Pues, cuando yo sepa también la versión real de mi vida... La duda y la incertidumbre son gigantes.
De inmediato su ceño se alisó y se sentó a mi lado. 
-Solo tienes que esperar hasta el jueves. No es tanto... -me miró algo enfadado, aunque su mirada era de picardía. Me iba a hacer sufrir intentando sonsacarle información- Yo tuve que esperar dos semanas. Si tú solo tienes que esperar dos días, tienes suerte.
-¿Dos semanas? -lo miré sorprendida. Dos semanas... Yo no lo soportaría. Demasiado tiempo sin saber si mi vida es real o es una gran mentira. Dos semanas... Ahora que lo pienso... Hace como mucho diez meses, durante dos semanas exactas Marcos se comportó de una forma que no era propia de él. No era él. Parecía otra personas totalmente diferente. Era más impulsivo, se enfadaba con facilidad y a la mínima provocación saltaba fuertemente. Se pasaba las tardes encerrado en su habitación... Y después, inesperadamente y de repente volvió a ser el Marcos de siempre. Tuve la necesidad de hacer algún comentario picajoso- Pues durante ese tiempo no había quien te aguantara. Estabas insoportable. 
-Pero, seguro que tú no aguantabas las dos semanas -él seguía sonriendo. ¿Tendría algún tic nervioso o realmente estaba tan contento como mostraba? Yo también quería sentirme así. No era capaz de sacar, aunque solo fuera durante unos minutos, aquel dolor, la duda y el sentimiento de decepción que llenaban cada esquina de mi corazón-. Además, ahora tú no estás sola...

miércoles, 19 de octubre de 2011

Dos días sin saber (3)

Esto no puede estar pasando. Todo es un sueño y cuando despierte no habrá lobos raros, ni poderes extraños, ni ningún chico al que sé que conozco pero no he visto en mi vida. Lo sé... Sin todo esto nuevo, vuelvo a la normalidad, a mi odiosa vida. Creo que me quedo con el sueño... Sea o no real es mejor que la realidad. Eso seguro.
Todo es real, Miranda. Pero... hemos estado viviendo una vida que no es la nuestra. Te lo explicaré. Sólo debes esperar hasta el jueves.
¿¡Hasta el jueves!? Es decir que me quedan tres noches sin dormir haciéndome preguntas a las que no tengo respuestas e imaginándome de todo. Creo que me voy a volver loca...
No, no lo harás. Al final todo tiene un sentido.
Eso no me lo había dicho mi padre. Fue... Marcos. Lo miré por el rabillo del ojo... Estaba sonriendo. Él también  podía... Bueno, supongo que dos días no es mucho. Sólo son dos días... ¿A quién quiero engañar? Serán los dos días más largos de mi vida...
Al menos ahora no hablaré solo.
No me lo puedo creer. Yo estoy de los nervios, intentando entender algo y mi hermano pequeño se está divirtiendo. Cuando lo pille...
-Bueno, es mejor preparar la cena. Se va a hacer de noche y tenemos un cumpleaños que celebrar -mi madre se levantó, me dio un beso en la frente y se reunió con mi tía para preparar todo. Mi tío y mis primos se habían ido a buscar leña. Vera se había refugiado en su tienda. La tenía abierta y por el hueco de la cremallera me echaba ojeadas de vez en cuando para asegurarse de que seguía allí y no me había convertido en un fantasma. No pienso decirle nada al respecto. Será suficiente con que sus padres le echen otra bronca más. No sería la primera.
A mi lado mi padre se levantó y se dirigió hacia donde estaban  mi madre y mi tía. Estuvieron hablando un rato y después mi padre fue hacia la tienda de Vera. ¿Mi padre, Adrian Grewman, iba a darle un sermón a Vera? Pues sí que es importante todo este secretismo. De repente, alguien se sentó a mi izquierda... Marcos. Tenía la sonrisa más grande que le he visto en su vida... que yo recuerde ahora...
-Ven. Vamos a dar una vuelta. Papá ya nos llamará para cenar -me cogió del brazo y me arrastró hacia el bosque.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Dos días sin saber (2)

-Mira tú que bien. Como si yo fuera capaz de dejarla sola aquí con todas mis cosas en mi tienda e irme a pasear por el bosque. No se me habría ocurrido semejante idiotez...
-Ya. Al principio no la creímos, pero se puso tan nerviosa y lo decía tantas veces que mamá la creyó y se derrumbó.
-Ahora eso no importa. Vamos a aclarar todo esto. Por lo menos para que a mamá no le dé un ataque o algo parecido.
Fuimos hacia los demás. Cuando me vieron, sentí en mi corazón un torrente de sentimientos y emociones inexplicables que no eran mías. Mis padres estaban un poco sorprendidos y muy contentos de verme. Podía sentirlo. Sus corazones se estaban relajando. Al momento mi madre corrió a abrazarme. Estaba llorando... Era desolador verla así. Me enfadé aún más con mi prima. Sentí la mano de mi padre en mi hombro. Su corazón estaba sereno. En ningún momento perdió los nervios ante todo lo dicho por Vera. No sé como lo he sabido, pero lo sé. Cada vez puedo sentir y entender las emociones con más claridad.
-Miranda... ¡qué susto nos hemos llevado! Tu hermano ni hablaba. Ya sabes como se pone cuando está preocupado. Al principio pensamos que todo era mentira, pero al no encontrar otra respuesta... -mi padre no siguió hablando. No hacían falta palabras, nos entendíamos a la perfección. No lo mostraba, pero yo sabía que se había alarmado. Mi padre era así. Cuando surgía algo preocupante, siempre procuraba mantener la calma e intentar solucionar lo que fuera que lo angustiaba.
-Tranquilos. Estoy bien -sentí como ambos recuperaban la calma. Nos sentamos ya que mi madre casi no se tenía en pie. Aquel era el segundo susto que se llevaba en su vida. El primero fue cuando mi hermano tenía cinco años y simplemente desapareció. No estaba en ningún sitio y nadie lo había visto. Horas más tarde cuando lo encontramos, mi madre lo agarró fuertemente, pero le temblaban las piernas. Ahora que lo pienso, después de todo lo que ha pasado, no sé cuán verdaderos son mis recuerdos...
Todos me están mirando, ni pestañean... Siento su miedo... Es el momento de decirles lo que ha pasado. No sé por donde empezar... No puedo contarles toda la verdad, no me creerían... Yo en su lugar no lo haría.
-Pues... veréis...
Simplemente les conté la verdad. Claro está, obviando algunos detalles que no dejarían dormir a mi madre, como el hecho de que estuviera a punto de morir en la Cascada o todo lo referente a los cambios en mi corazón y en mis sentidos. Es decir, todo lo raro. Tampoco mencioné a Josh ni a los demás y menos aún el hecho de que los conocía y no los había visto en mi vida. Bueno, dicho todo, en realidad no les conté demasiado, más bien poco.
Después de mi monólogo, todos se me quedaron mirando. No podía descifrar sus miradas pero sí sus corazones. Mis tíos, bueno... ellos no sabían muy bien que hacer. No sabían si castigar a mi prima o respirar aliviados ya que si Vera hubiese estado en mi lugar, ella sí hubiese muerto. No corría demasiado y nadar menos todavía. Mi madre ya estaba más tranquila. Me estaba agarrando fuertemente de la mano, noté su miedo a que esto fuera un sueño y yo hubiese muerto realmente. Siempre supe que me quería, pero ahora siento su amor y lamento la de veces que la mareé con lo de la mudanza. A mi padre le habían ofrecido un puesto de trabajo bastante bueno en una ciudad a unos doscientos kilómetros de aquí. No podía soportar mi vida en el instituto. No era capaz. Nunca me contaron la verdadera razón de por qué mi padre rechazó el puesto. Tendría sus razones... Mi hermano seguía de pie, observándome fijamente. Aún estaba algo preocupado. Intenté ahondar un poco más... ¡No se creía mi historia y sabía que no había dicho la verdad! ¿¡Cómo es posible!? No lo entiendo. Si su corazón le decía eso, ¿en qué pensará? Nada. Absolutamente nada. Hay algo que no me permite entrar en la mente de Marcos tan fácilmente como lo había hecho con Josh. Cada vez entiendo menos...
Tranquila. Pronto hablaremos y lo entenderás todo. Aún es pronto. Deber esperar un poco más. Te aseguro que te lo explicaré todo.
Era... la voz de mi padre en... mi mente...

miércoles, 5 de octubre de 2011

Dos días sin saber

Jeffrey me guió de vuelta al claro donde acampara con mis padres, pero se fue cuando yo ya conocía el camino porque así evitábamos que mis padres hicieran preguntas a las que no sé o no puedo contestar. Además, primero quiero resolver todas las dudas que tengo antes de contarles a ellos algo de la verdad.
Cuando nos marchamos, no sabía como despedirme de Josh, por lo que no lo hice. Nuestros corazones se despidieron con un hasta pronto lleno de esperanza y emoción. Sé con seguridad que nos volveremos a ver y que será pronto, tan solo por la mirada de Josh, era una promesa. En el fondo espero que sea verdad, ya que ahora que he encontrado lo que me faltaba y que sé quien es, no quiero ni pensar en alejarme de él.
Nada más llegar oí llantos y el histeriqueo de mi prima. Primero me encontré con Marcos. Estaba alejado de todos los demás, sentado en el suelo contra un árbol y parecía muy preocupado. Sentí su corazón alterado y asustado. Así es Marcos. Cuando algo lo altera o preocupa, automáticamente se apaga. Se sienta en cualquier parte y parece que está como dormido, pero en realidad le da mil vueltas a lo que sea que lo preocupa hasta encontrar una solución. En varias ocasiones estuvo más de una hora sentado y con la mirada perdida. Cuando está así, parece que tiene más años y realmente aún no ha cumplido los doce. Siempre lo he comparado con un volcán. Por fuera está de lo más tranquilo y silencioso, pero en su interior se resuelven batallas y en cualquier momento puede explotar.
Desde que me encontré esta tarde con Josh y los demás, siento mejor al resto de las personas y a sus corazones. Esto es todo muy extraño...
Mi hermano me vio y vino corriendo hacia mí. Me abrazó fuertemente. ¡Está llorando! ¿Qué habrá pasado? Intenté calmarlo, pero no me escuchaba. Su corazón estaba totalmente acelerado. Lo intenté de nuevo, esta vez no con la mente sino con el corazón. Funcionó. Me miró a los ojos sorprendido y sentí cómo su corazón despertaba de un profundo sueño. Me di cuenta de lo que el mío podía hacer. Realmente todo esto es muy extraño. Al menos cuando Marcos se dé cuenta de todo y recuerde alguna cosas, no estaré tan sola. Sé que tengo a Josh, pero él no tiene que recordar nada y no tiene treinta mil preguntas en su cabeza.
-¿Qué ha pasado Marcos? -he tardado en volver, ya casi es de noche, pero no es para que se pongan así. En ocasiones me iba después de comer y volvía para la cena y mis padres nunca se preocuparon. Me conocen muy bien. A veces necesito estar sola para ordenar mi cabeza y suelo ir a pasear al bosque que hay detrás de nuestra casa o también cojo el bus hasta otro que hay a media hora y que es atravesado por un río. Me encanta correr cerca de un río, me ayuda a despejarme. Mis padres lo saben todo, por eso nunca me preguntaban nada, simplemente me dejaban hacer.
Aunque sé quien tiene parte en este alboroto...
Mi prima Vera tiene una forma muy peculiar de contar las cosas. Pronto sabré qué historia les ha contado a mis padres y a mi hermano.
-Cuando volvimos del río, no había nadie aquí. Al principio no se preocuparon. Estamos acostumbrados a esa manía tuya de desaparecer, pero empezamos a buscaros al ver que Vera no aparecía. Dudo de que la llevaras contigo si hubieses ido a correr.
»Papá te llamó por el walkie, pero no respondiste. El tío, papá y yo salimos y encontramos a Vera no muy lejos de aquí. Estaba muy asustada y no había manera de entenderla. Lo único que entendimos fue que te atacó un lobo y luego te ahogaste en el río... Poca cosa.
-Menudo resumen... Por mi no te preocupes, estoy bien. ¿Os dijo algo sobre lo que yo estaba haciendo en medio del bosque?
-Al principio, nada coherente. La tía consiguió sacarle algo. Dijo que de repente te habías ido al bosque sin decir nada, que te había seguido y que había visto lo... que nos dijo al principio...
Mi indignación crecía por momentos. En realidad, todo había sido por su culpa. Aún por encima les ha mentido sin pensárselo dos veces. Increíble. Inmediatamente y sin causa, mi mente viajó a otro lugar de aquel mismo bosque, pasando la Cascada, al centro exacto del bosque, en realidad. Seguramente Josh estará sentado en alguno de los robles bicentenarios, pensando en todo, como siempre. En mi mente surgió una duda. Sí, todo había sido culpa de Vera, pero si a ella no se le hubiese ocurrido gastarme "una broma", no me habría reencontrado con Josh. En principio debería darle las gracias, aunque en realidad tengo ganas de matarla. Les ha dado un susto enorme a mis padres.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Al fin sus corazones se encuentran (5)

Nos quedamos unos minutos en silencio. Observándonos. Sintiéndonos. No hacían falta palabras. Nuestros recuerdos son poderosos y sin embargo, ambos hemos cambiado. A parte de que hemos crecido, Miranda ha estado muy sola, puedo sentirlo. Adora a su familia, pero echa algo en falta. Su corazón me lo está contando todo, aunque no tiene las respuestas. Yo sí tengo algunas, pero no puedo decírselas yo mismo. Eso que echaba en  falta estaba en la comunidad y hasta los dieciséis años no lo saboreará de primera mano, pero el no poder sentir nada de nada es mucho peor. Al estar cerca de nuestros iguales, todos los sentidos se agudizan y podemos sentirlo todo más cerca, aunque hasta los dieciséis años no nos transformamos.
La gente la ha tratado mal, sobre todo en el instituto. Pude percibir su lastimado corazón la última vez que la vi, acababa de cumplir los catorce años. Ya de aquella era bastante madura, pero la tristeza y la marginación la habían hecho madurar más y ser más fuerte. Aunque esa fortaleza podía ser un problema en el momento de aceptar su verdadera naturaleza y su verdadero pasado. Después de eso volverá a ser  la misma Miranda de siempre. Ojalá. La echo de menos.



Josh ha cambiado. Ahora es más alto que yo. Sigue siendo delgado, pero es más fuerte. Su pelo sigue siendo tan rubio como siempre. Sin embargo, había algo distinto en él. No sé el qué, pero sé perfectamente que algo en él es diferente. Sus ojos, su pelo, todo en él es más... ¿salvaje? Su corazón también ha cambiado. Ahora es más impetuoso, fuerte y parece estarse curando de una gran herida. Una herida de dos años. ¿Qué le habrá pasado hace dos años que le provocó semejante herida? También puedo sentir algo cálido en él. Está feliz. Me lo está contando todo. Puedo sentirlo. Todo esto es demasiado extraño, pero ahora que le he encontrado, todo lo demás no importa. Le he extrañado tanto. Siempre he sentido en mi interior que me faltaba algo, pero nunca supe el qué. Ahora siento que mi corazón está completo y exultante. No puedo perderle.
Tengo aún muchas preguntas, demasiadas para mí. Tengo tiempo de resolverlas, pero ahora que me las hago, me pregunto si mi vida ha sido toda una mentira. Ya que según mi mente nunca en mi vida he visto a Josh, a Jeffrey o a cualquiera de los dos amigos de Josh (¿Cómo puedo saber que son amigos?). En cambio, según mi corazón Josh y yo nos conocemos desde siempre. Incluso puedo recordar muchas tardes juntos explorando el bosque. ¡Un momento! Una imagen ha venido a mi mente. Extraña e ilógica. Estoy en el medio de un pueblo esperando a alguien. Josh llega y se sienta a mi lado. Seguimos esperando. Poco después aparece un lobo enorme y mi hermano está en su espalda. Lo extraño es que mi hermano tiene siete años, más o menos. Deduzco de esto que hemos abandonado la comunidad hace poco tiempo. Pero entonces... ¿por qué no puedo recordar nada más?
-Miranda, pronto lo recordarás todo. Te lo aseguro. Pero no debes tener prisa. Todo a su tiempo.
Josh está muy tranquilo. Su corazón está relajado, calmado... Está... disfrutando. Yo tenía demasiadas incógnitas como para relajarme. Es imposible...
-¿Cómo puedes estar disfrutando? -se lo pregunté sin pensármelo dos veces.
-¿Disfrutando? -parecía sorprendido y al segundo siguiente se puso colorado como un tomate. Eso sí que me sorprendió mucho, ya que nunca le había visto ruborizarse.
-Sí. No digas que no, porque puedo sentirlo.
-Es que... hacía mucho tiempo que no estábamos así de bien... En el bosque... Relajados... Sin problemas...
-¿Sin problemas? Ahí te equivocas. Ahora vienen los problemas, y todos juntos. Son demasiadas las cosas que resolver -nos quedamos en silencio. Josh con el ceño fruncido pensando en todo, como siempre. Yo buceando en mis recuerdos, buscando algo nuevo de mi pasado-. Josh, ¿no habrás cambiado tanto que ahora tengo que ser yo la realista y tú, el soñador?
-No, tanto no he cambiado. Puedes estar tranquila. Todavía sigo teniendo en los hombros todas las responsabilidades del pueblo. Incluso más que mi abuelo -esto último lo dijo muy bajo, para él, pero lo escuché y sentí su rabia y su decepción. Habían cambiado cosas. Tenía que ponerme al corriente de todo. Fue mucho tiempo el que pasó desde que me fui. O eso creo.
-Todo volverá a la normalidad, Joshua Daniel Rossma -no sé por qué lo dije, pero sentí que debía hacerlo, como una tradición.
-Lo sé y ese regreso ha empezado desde que te encontré, Miranda Clare Grewman, pero costará. Tendremos que enfrentarnos a mucha gente más fuerte que nosotros -lo dijo y yo lo sentí realmente, pero también sentí otra cosa profundamente:
-No hay nadie más fuerte que nosotros, Josh.
-Tienes razón, Miranda.
Sonreí. Podía sonreír otra vez. Pero siempre con él.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Al fin sus corazones se encuentran (4)

Ya no lo soporto más. Necesito volver a sentirla cerca. Además ahora, Jeff ha aflojado la pared. Intentaré acercarme y no ser demasiado brusco para que Miranda no se asuste. Los dos siguen hablando y ella sonreía. Está bien o mejor, al menos. Es lo único que puedo sentir. Antes podíamos sentirnos totalmente aunque ella estuviera en su casa y yo en la mía, incluso hablarnos. Así fue como construímos nuestra amistad y más que eso. Pero...
Justo el día que se lo iba a decir. Lo más importante que habría dicho en mi vida. Y su abuelo va y decide largarse con toda su familia y separarnos. Cómo me dolió. Sentí como se me desgarraba el corazón con cada metro que ella se alejaba. 
Ahora todo volverá a ser igual que antes. Pero tendremos que volver a empezar otra vez. Aunque solo hace dos años que se fueron, hemos cambiado mucho y además, a Miranda le hicieron un bloqueo mental. Entró en un estado de shock o algo así. Eso es muy cruel. Tanto que dentro de la comunidad está prohibido. Aquel viejo cascarrabias no tuvo ningún tipo de compasión. Bloqueó a Miranda, a Marcos y algo a sus padres. Ha borrado catorce años de sus vidas. Supongo que a partir de ahora empezará a recordar.
-Bueno, Eric, tú vuelve al pueblo y habla con mi abuelo Dani. Él sabrá qué hacer ahora y hablará con el jefe.
-Vale. ¿Le cuento también que la hemos encontrado?
-Sí. A él sí, pero a nadie más. Y ni se lo menciones a mi madre. Andy, si tal da unas vueltas, por si ves algo que he pasado por alto. Después puedes volver a casa. Por hoy no tenemos que preocuparnos más, pero sí mañana.
-De acuerdo, pero... ¿y ella? Es mi...
-Ya lo sé. Pero Jeffrey dice que es demasiado pronto, que llegaría a ser peligroso para ella. La llevaremos junto a sus padres, de momento.
-¿Vas a tardar mucho JD?
-Tardaré lo que necesite. Tranquilos, no haré ninguna tontería. Conozco perfectamente todos los riesgos y consecuencias. Volveré para cenar.
Les di la espalda y me dirigí lentamente hacia Miranda y Jeff, las dos personas que mejor me conocen en este mundo. Sentí mi corazón latir más fuerte, intentando llamar la atención del corazón de Miranda.
"Contrólate chico. Sabes que puedes perderla otra vez. No aceleres las cosas". Jeff me estaba mirando de reojo y con mala cara. Me sorprende lo protector que está con Miranda en este momento, incluso me molesta un poco.
"Lo estoy intentando. Conozco las consecuencias. No pienso volver a perderla. La necesito. No puedo seguir sin ella". La presencia de Jeff se apartó lentamente y dejó su lugar.
-Jeffrey, no te vayas -oir aquellas palabras de la boca de Miranda me dolió. Todavía no confiaba en mí.
-Tranquila, no pasa nada. Todo va a ir bien.
-Pero... ¿cuándo?
-Cuando llegue el momento lo sentirás. JD no te pases. Contrólate.
-Puedes estar seguro. Aprendí del pasado.
Era verdad. Todavía puedo recordar el dolor de cuando Miranda tuvo que irse. Aún puedo sentirlo. Así que no voy a estropearlo esta vez. Poco a poco todo volverá a la normalidad.
Me senté a su lado. Tenerla tan cerca era para mí un alivio a aquellos dos años sin ella. Jeffrey nos dejó solos y se internó en el bosque, pero aún me dirigió una última advertencia:
"Consigue controlarte. No debe saberlo todo por ti, tiene que recordarlo. Es lo mejor para ella, sobre todo teniendo su dieciséis cumpleaños tan cerca. Es demasiado arriesgado y peligroso".
Miranda está incómoda, lo noto. Me alejo un poco, y otro poco más...
-No... No te vayas otra vez, por favor, Josh -vi en su cara el miedo y pude sentir en su corazón el terror a la soledad.
-No. Tranquila. Ahora que te he encontrado no me iré a ninguna parte. No pienso dejarte. Te he echado demasiado de menos.
Mis palabras no la asustaron. Siento como se tranquiliza. Se acercó a mí y me cogió la mano derecha. Ella anhelaba ese contacto tanto como yo... Y los dos lo sabíamos...
¡Un momento! He pasado un pequeño detalle por alto. ¿Me ha llamado Josh? Entonces es que algo ha recordado...
-Aunque no me acuerde de todo lo demás ni de lo que ha pasado durante años, de ti sí que me acuerdo y de algunas cosas que hicimos juntos. Lo sentí cuando me cogiste en la cascada y cuando te oí hablar con Eric y Andy.
Aquello me llenó por dentro totalmente. Me sentía feliz. Ahora podía pasar cualquier cosa, que nadie conseguiría esfumar esta felicidad de mi corazón.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Al fin sus corazones se encuentran (3)

¿¡Josh!? Me giré rápidamente. A unos veinte metros estaba el mejor amigo de mi corazón. Le vi girarse unos centímetros mientras hablaba. Nuestros ojos se encontraron. Fue el momento más extraño y maravilloso de mi vida. De inmediato mi mente recreó una escena de cuando era más pequeña. Estaba corriendo por el bosque. ¿Este bosque? Con un chico, quizás dos años mayor que yo, rubio, de mi estatura y delgado, pero ágil. Gritábamos y nos reíamos mucho. estábamos escapando de... ¿un lobo, más grande de lo normal y de un negro brillante? Y ese lobo no nos perseguía con ira o ferocidad, sino que estaba jugando con nosotros. ¡Qué raro!
-Josh -murmuré muy bajito para que solo me escuchara Jeffrey. No sé por qué  pero confiaba en él sin apenas conocerlo.
-Sí, es él. Te dije que tu corazón tenía todas las respuestas.
Yo lo conocía, mucho y bien. Ahora empiezo a recordar ciertos detalles. Todo el mundo lo llamaba JD, solo yo y su abuelo Daniel lo llamábamos por su nombre. Le gustaba mucho el bosque. Sobre todo un lugar que era justo el centro del bosque en el que había una especie de lago pequeño entre cuatro robles centenarios. Me lo enseñó cuando yo tenía ocho años. Después de eso íbamos allí cada año. También me acuerdo de que aunque nos llevamos dos años, nunca me trató como a una niña... ni como a una hermana pequeña...
-Necesito... -en realidad no sabía qué necesitaba, pero sí que tenía que moverme y acortar distancias. No puedo soportar estar tanto tiempo quieta y tan lejos de él. Hice un amago de moverme, pero Jeffrey me detuvo.
-No te muevas aún. Todavía estás muy débil. No puedes sentirlo todo aunque quieras. Te marearías. Hazme caso.
-Pero... ¿por qué no viene? Necesito... -lo único que hice fue levantar la mano, abrirla y cerrarla. Solo hice eso pero Jeffrey me entendió a la perfección. Siempre lo ha hecho. ¿Eh? Parece como si algo en mi mente despertara y pensara por sí solo.
-Porque yo lo mantengo alejado. Te lo he dicho, es demasiado pronto. Si de repente sientes mucho puedes hasta quedarte inconsciente. Hablo en serio. Por favor, confía en mí.
-Sí que confío en ti, Jeffrey, pero...
-¿Cómo sabes mi nombre? -me miró extrañado y asombrado a la vez.
-Pues porque lo han dicho aquellos chicos de allí antes.
-¿Pudiste escuchar lo que han dicho desde aquí?
-Sí, fue muy fácil.
-Dime que es lo que está diciendo ahora Eric, el chico de tu edad. El que tiene la camiseta a rayas.
-Pues está hablando sobre... la comunidad... que deben extremarse las medidas de seguridad y poner algunos vigilantes durante las noches propicias... ¿Qué son las noches propicias?
-Fantástico. Bueno, eso ya lo averiguarás. Otra cosa... Dime qué siente Andy, a grandes rasgos. Es un chico algo complicado.
-Pues en realidad, no lo es tanto. Está muy cabreado con alguien que le ha traicionado a él y a otra persona. Confusión. Aunque tiene esperanza... O algo así...
-Vaya. Interesante. Ahora dime algo de JD con el corazón.
-No sé si debo... Es él.
-No te preocupes. Ahora mismo soy la segunda persona que mejor lo conoce y la primera eres tú. Tengo un vínculo especial con él. Puedo comunicarme fácilmente con JD, aunque no tanto como tú. Recuerda que soy yo quien lo mantiene alejado de ti.
-En ese caso... Josh siempre ha tenido un corazón muy fuerte, por lo que es fácil saber sobre él. Aunque es muy complicado. Ahora... está bastante furioso consigo mismo y con alguien. También está contento por... -no pude evitar ruborizarme- por... volver a encontrarme, aunque lamenta que fuese de esta manera -hay algo que me sorprendió bastante, pero confío en Jeffrey-. Y está ansioso esperando... ¿mi cumpleaños?
-Sí, tu cumpleaños. Cumplir dieciséis años en nuestra gran familia es muy importante...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Al fin sus corazones se encuentran (2)

Puedo sentir los rayos de sol en mi cara. Intentaré abrir los ojos, quiero saber donde estoy. Desde mi derecha surge una sombra. ¡Ahora sé! Estoy acostada sobre algo blando. Es hierba. La siento en la palma de la mano. La sombra se vuelve a mover. De no sé donde nace una sensación de vacío y soledad, que me recorre hasta mi mano derecha. Cierro la mano. No hay nada en ella. Pero tengo la certeza que en algún momento tuve algo en ella. Otra mano... Puedo sentirlo... ¿en el corazón? Eso sí que es extraño.
Siento movimientos a mi alrededor. Trato de incorporarme. De inmediato, siento una mano en mi espalda que me ayuda a sentarme. 
-Tranquila, despacio -una voz suave y calmada me llega justo desde mi derecha. Abro los ojos. Un hombre moreno con barba me sonríe. Me coge de la mano para ayudarme. Mi corazón anhela otra mano, la que sostuvo anteriormente mi mano, y no la de este hombre. Aún así estoy tranquila. Todo en él inspira paz y seguridad.
-¿Cómo he llegado aquí? -de inmediato los recuerdos sacuden mi mente. Vera. El lobo. El río. La cascada. Cuando estaba cayendo por la cascada alguien me cogió. ¡Mis padres! Estarán preocupadísimos. No puedo llamarlos, el walkie se me  cayó mientras estaba escapando del lobo. ¡Un lobo!
-No te preocupes ahora por nada. Te llevaremos junto a ellos, cuando el bosque sea seguro. Tú descansa, que semejante susto no se lleva todos los días. 
El hombre seguía sonriendo. No sé por qué. Escuché un murmullo de voces. Intenté girarme, pero mi cuerpo aún no me responde. Agucé el oído. Para mi asombro, oía aquellas personas a la perfección. En realidad, todos mis sentidos están más despiertos que nunca desde que ese alguien desconocido me salvó de morir ahogada. Más bien sentí como mi corazón recordaba y saludaba a su corazón.
-Luke ha desaparecido. Ni rastro de él -esa voz era la de un chico joven, casi de mi edad, creo.
-¡No puede ser! Nadie desaparece en nuestros bosques y menos delante de nuestras narices -la persona que le respondió era mayor que el primero, quizás unos veinticinco años.
-JD aún no ha vuelto. Todavía sigue buscándolo.
-Cuando me crucé con él, estaba furioso. Ese chico siempre siente muy fuerte.
-Sí, nunca puedo estar muy cerca de él en este tipo de situaciones. Puedo incluso perder el control. ¿Qué hay de la chica?
-De momento está bien. Cuando nos reunimos aquí la dejó en manos de Jeffrey y se fue tras Luke.
-Al menos la ha vuelto a encontrar. Espero que no tengan que volver a separarse. Sus corazones no lo soportarían.
-Tienes razón, Eric. Una vez es horrible, pero dos... Eso ya es la muerte.
Apenas me moví durante la conversación de los dos chicos. Habían estado buscando a Luke. ¿De qué me sonaba ese nombre? Mi corazón lo reconoce, pero no conozco a ningún Luke. Es raro. Y cuando han hablado de sus bosques, automáticamente mi corazón sobreentendió nuestros bosques, como si yo formara parte de su grupo. No lo entiendo, si yo no les conozco. Cuando mencionaron a JD, mi corazón se aceleró, sin motivo. Como si lo hubiese estado esperando toda la vida y al fin lo encontré. Sin embargo, mi corazón lo llama de otra manera, aunque no sé como...
Así que el hombre que está conmigo se llama Jeffrey. Alcé la vista y le miré a los ojos. Seguía sonriéndome, esta vez solo con sus ojos. En realidad su cara estaba muy seria. Parecía estar explorando mi interior, mi mente, mi corazón. Otra cosa más... ¿La ha vuelto a encontrar? ¿A quién? Yo sentía que era yo esa chica de la que hablaban. Pero en realidad, no me lo creo del todo. Es imposible. Por otro lado cuando mencionaron a los corazones, lo hicieron como si fueran personas iguales a nosotros y no se tratara de un órgano. Es curioso. En cambio, ahora mismo puedo sentir al mío y entenderlo como a un amigo que al mismo tiempo forma parte de mi interior. Y lo más chocante... Ya han estado juntos una vez y tuvieron que separarse. Pero... ¿quién? ¿JD y yo? ¿Luke y yo? ¿o JD y otra chica? Solo pensarlo fue doloroso, como si me clavasen miles de agujas en el corazón.
-Tranquila. No te preocupes ahora por eso. Tu corazón tiene todas las respuestas pero aún no puede recordarlas. Es muy pronto -esto ha sido de lo más insólito... ¿cómo sabe todo lo que tengo en mente, o mejor dicho todo el lío que tengo en mente?
Oí pasos a mi espalda junto a los dos chicos. Jeffrey también los oyó. Giró la cabeza y se puso aún más serio. Mi corazón de repente ansió otro corazón. Ese reencuentro. Cada célula de mi ser estaba pendiente de sus movimientos. Oyéndolo con mis oídos. Imaginándomelo con mi mente. Sintiéndolo y anhelándolo con el corazón. La conversación que mantuvieron no me importaba, solo necesitaba escuchar su voz.
-¿Lo has encontrado JD? -le preguntó Eric, el chico de mi edad.
-No, Luke es bastante rápido. Aprovechó la confusión para huir. Como lo vuelva a ver, lo mato...
¿¡Josh!?

miércoles, 31 de agosto de 2011

Al fin sus corazones se encuentran

Tengo que darme prisa. No llegaré a tiempo. Esto no tenía que haber pasado así. Su prima siempre tiene que estar metiéndola en problemas. Menos mal que pronto se librará de ella y de esas odiosas amigas que tiene. Ya falta solo una semana para que todo cambie y que por fin Miranda encuentre su lugar. No puedo ni imaginarme lo que ha tenido que sufrir. Y todo por culpa de su abuelo, que se empeñó en abandonar la comunidad. No pensó en sus nietos.
Ya solo me quedan unos metros. Espero que Luke tenga más dificultades atravesando el bosque que yo por las cuevas. Ya veo la salida. Ahora solo tengo que esperar a que caiga y cogerla. Pobre, está muy asustada. Puedo sentirlo. Maldita sea. Todo se está precipitando.
Ya se está acercando a la cascada. Tengo que saltar en el momento justo, si no no podré cogerla. Si no lo consigo... ¡No! No debo pensar en ello. Ahora que lo he averiguado todo y que al fin la he encontrado, no voy a perderla. Tengo que conseguirlo, si no perderé mi corazón. Y eso duele mucho, no sé si seré capaz de sobrevivir esta vez. A la primera fui capaz tan solo porque sabía que ella estaba viva. Pero esta vez... si ella muere, yo voy detrás.


En todos los años de mi vida nunca se me ocurrió que moriría de esta manera. Es horripilante. El lobo ha dejado de perseguirme, pero eso ya me da igual, en unos minutos todo se habrá acabado.
Lo siento por mi familia.
Me estoy mareando. Ya no puedo mover las piernas. No soy capaz de distinguir bien el borde de la cascada.
No importa. Supongo que estaré mejor en el mundo de la inconsciencia.
Siento que caigo...


Se está acercando. Puedo sentirlo. Oh, no. Está inconsciente. Mejor para ella. Es muy temprano todavía para que su mente pueda asimilar semejante cosa.
En unos segundos... Ya puedo ver su cuerpo a través del agua.
Lo conseguiré.
¡Ahora!


De repente sentí unos brazos que me cogían fuertemente. Intento ver quien es, pero el sol me ciega y todavía sigo mareada.



Casi se despierta.
Mi corazón se aceleró repentinamente al sentir su corazón tan cerca. Todo mi cuerpo deseaba ese momento en el que la cogí entre mis brazos.
Llegué a una de las orillas del río. Hasta ahora lo único bueno de ser lo que soy es que mi agilidad, mi fuerza, mi resistencia y mi velocidad se multiplicaron por diez. Lo único bueno, hasta ahora. No sé. A lo mejor, a partir de ahora mi vida cambia, no tanto  como lo hará la de Miranda, pero sí que cambiará. Aunque todo depende de ella. Su vida y la mía.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Me llamo... (2)

Me llamo Josh Rossman, tengo dieciocho años y pronto tendré que elegir mi destino como nieto del jefe de la comunidad del Norte. Tengo tres opciones. Una es irme a la universidad, lo cual me gusta bastante ya que estaría lejos de mi abuelo y de mi madre. Cada vez los odio más. Ya no soporto este tira y afloja que hay entre nosotros. Otra es permanecer en la comunidad, buscar trabajo en la ciudad e irme de casa. Con tal de no estar bajo el mismo techo que ellos me vale también. Y la última y la que menos me gusta: permanecer junto a mi familia y acceder al cargo de jefe de la comunidad cuando mi abuelo lo considere oportuno.

No sé que hacer... En esta comunidad están mis amigos, mi vida y aquí viví catorce años con la compañera de mi corazón y compartimos momentos y anécdotas inolvidables. Mi tío Jeff tenía razón. Una  vez que nos encontramos con la compañera o compañero de nuestro corazón es imposible olvidarlo y la separación a largo plazo es morir...

Odio aquel día, hace dos años cuando su abuelo se la llevó junto a toda su familia. Fue horrible la angustia y el dolor que rodeó mi corazón al verla marchar. Si al menos la tuviera a mi lado apoyándome, como hacía cuando éramos unos críos, así yo podría decidir qué hacer con mi vida... Si la tuviera a mi lado... todo sería mucho más fácil...

En realidad no todos los Grewman se fueron. Mat..., quiero decir, Andy se quedó. Fue capaz de enfrentarse a su abuelo y resistió a su bloqueo mental. Fue muy valiente ya que en aquel momento el único capaz de enfrentarse a don Andrés era mi abuelo Daniel. Andy casi no sobrevive, mentalmente hablando, también sufrió mucho cuando sus hermanos y sus padres se fueron sin poder reconocerlo. Ella tampoco se acordaba de mí, ni siquiera me miró a los ojos. No sabía quien era yo. Don Andrés los bloqueó a todos. Fue horrible.
Ahora Andy vive con mi tío Jeff, esperando que su familia recuerde quienes son realmente y regresen. Y yo sueño con volver a verla y disfrutar de aquellos momentos juntos en el bosque.

Ya he vivido dos años sin ella, pero este verano todo cambiará para los dos y conoceré mi destino a su lado.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Encuentro (última parte)

Su pelaje era de un color negro, tan negro como el azabache, apenas tenía luz. Por otro lado, sus ojos sí que brillaban, de ira y ferocidad.
Sentí como cada fibra de mi ser se paralizaba después de un escalofrío. Tenía los nervios a flor de piel y el terror me inundaba por dentro. Mil imágenes e historias pasaron por mi mente, demasiada literatura, demasiadas películas de terror.
El lobo me miraba fijamente, no movió ni un músculo. Pude sentir su respiración acompasada.
De repente, percibí algo en lo alto de un roble. Vi la camiseta brillante y la melena morena de mi prima. ¡Se había subido a un árbol! Seguro que con la intención de asustarme después de verme desesperar buscándola. Vera tenía intención de bajar, no había visto al lobo. Tenía la vista fija en mí y bajaba con la sonrisa más grande del mundo. Con movimientos muy lentos, intenté llamar su atención y negar lentamente, para no alterar al lobo. Vera me vio perfectamente y también al lobo. Percibí que se echaría a gritar.
Mi cerebro funcionaba a mil por hora. Hay que salir del apuro. Y vivas. La única opción es echar a correr hacia el río y así despistarlo. El lobo no lo cruzaría. Al menos intento convencerme de ello. Mi principal objetivo es alejar el lobo de mi prima. Tal como era ella, era capaz de llamar la atención del lobo inútilmente y convertirse en su cena o en la cena de sus cachorros, si era una hembra. Esto último me dio otra cosa en qué pensar. ¿Qué hacía un lobo en aquella zona del bosque que era muy frecuentada por familias que vienen de acampada? Nunca, que yo recordara había oído algo acerca de avistamientos de lobos allí y, mucho menos, ataques. Este será el primero y posiblemente el primer ataque.
Inmediatamente eché a correr. El lobo o loba o lo que fuese me persiguió. Tenía suerte de ser la más rápida del instituto. Cada vez podía oír el rumor del agua más cerca. Eso me dio esperanzas.
Por el filo del ojo vi como el animal me seguía. No parecía esforzarse mucho. Sé que puede ser mucho más rápido.
De repente algo chispeó en mi mente.

Me estaba cansando, y lo está consiguiendo. Como no llegue rápido al río todo se acabará aquí.

Realmente no quiero eso. Siempre tuve la esperanza de que el destino me deparara algo bueno y grande.
Fuera lo que fuese.

Ya puedo ver el río entre los arboles más delgados, justo a la orilla del río. No puedo rendirme ahora. Corrí aún más rápido. Si me viera el profesor de educación física, me aprobaría para todo el curso. Ya sólo quedan unos metros para llegar al río. Puedo sentir mi sangre latir en mis oídos. Seguí corriendo, lo haré mientras me queden fuerzas.
En un minuto llegué a la orilla del río. No pensé en si habría rocas o en la profundidad del río. En aquel momento no pensé en nada. Sólo quiero acabar este día, viva. Salté al río sin pensármelo dos veces. Inmediatamente la corriente me arrastró río abajo.
Al contrario de lo que pensaba, el lobo me estaba siguiendo desde la orilla. Esperando algo o a alguien o, más bien, a que pudiera cogerme.
Llevo ya unos cinco minutos empapada y congelándome, aunque me pareció una hora. Tengo las piernas y los brazos cansados de intentar mantenerme en la superficie y estaba empezando a sentir como me faltaba el aire. No puedo respirar bien. La natación nunca fue mi fuerte y menos aún si se trata en los rápidos de un río.
Como de la nada llegó a mis oídos un estruendo, parecido a cuando llueve muy fuerte sobre un tejado débil. Toneladas de litros. Lo entendí más rápido de lo que esperaba.
Una cascada.







Mejor dicho "La Cascada". En este río hay varias cascadas, pero tienen poca altura y algunas hasta se podían bajar haciendo rafting.
Excepto una.
Tiene unos quince metros de caída y un fondo de roca dura, sin contar con la fuerza a la que cae el agua.
Estaba muy cerca del final. Como salga de ésta mi prima tendrá que disculparse durante el resto de su vida, y aún así no sé cuanto tardaré en perdonarla. Miré en todas las direcciones y hacia las orillas, buscando algo a que agarrarme. El lobo se ha ido. Eso o estaba esperando a que caiga por la cascada, ahorrándose así la molestia de tener que matarme.
Apenas unos metros quedan. De repente y salido de la nada un temor inundó mi mente, ¿y terminará todo aquí y así?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Encuentro (2)

Nos pasamos en silencio la siguiente media hora. Después, Vera simplemente se levantó y se adentró en el bosque, llevando en su cara una mirada que decía claramente que planeaba algo. Pasaron veinte minutos y como  vi que no volvía, salí a buscarla. No pensaba cargar con la culpa de que aquella inepta para la orientación y la prudencia se perdiera en el bosque, aunque en el fondo creo que mis tíos me lo agradecerían. Me reí sola, cogí un walkie-talkie, el otro lo tenía mi padre por si ocurría algo, y salí en su busca que seguro estaría apartando nerviosamente mosquitos, telarañas y viendo serpientes por todas partes. Vera siempre fue muy imprudente y se jacta demasiado de una valentía de la que no posee ni un terrón de azúcar.
Por la noche, para celebrar su cumpleaños encenderemos una hoguera, haremos malvaviscos y perritos calientes y mi tía sacará la guitarra, canta muy bien. Pero... para encender una hoguera necesitaremos leña y nadie se ha acordado de recogerla. Por eso, aprovecharé que busco a mi prima para recoger algunos palos. No hay rastro de Vera por este sendero, pero estoy segura de que es por el que se ha adentrado porque unos metros atrás he visto algunas ramas rotas  en el suelo y un lazo de su camiseta. Seguí andando unos diez metros más. Ni rastro de ella. Ya estaba dudando de si era el camino correcto o si debería avisar a mis padres y a mis tíos de la desaparición de Vera. Seguro que se ha perdido y no sabe regresar. 
Di una vuelta sobre mi misma y vi brillar algo cerca de un viejo roble. Me acerqué. Era un pendiente de Vera. Tenía que andar muy cerca. Solo hace falta que se de cuenta de que ha perdido uno de sus pendientes favoritos y ya la oiré poner el grito en el cielo. Pero eso no ocurrirá. O eso sentí, aunque sin causa conocida. Cogí el pendiente. Todavía tenía la tuerca, por lo que no se le cayó... ¡se lo quitó!
Ahora sí que olía a chamusquina.
Seguro era una broma de muy mal gusto. Vera debió de pensar: "Voy a darle un sustito a Miranda. Será divertido".
Seguí caminando. Seguro que me estaba viendo, así que me hice la tonta y seguí buscándola. Caminé diez metros más en dirección al río, ya podía oír el sonido de agua corriente chocando contra las rocas y algunos troncos. Por el rabillo del ojo vi algo. Si Vera pretendía asustarme, se iba a enterar a la hora de la cena. Oí como una rama se rompía al ser pisada detrás de mí. Me di la vuelta lentamente. No había que aumentar el ego de mi prima innecesariamente.
Pero... allí no estaba ella.
Era... Era... un lobo enorme.
Enorme y además hambriento.

miércoles, 27 de julio de 2011

Encuentro (1)

Hoy es el cumpleaños de mi prima, lo que significa: primera noche al aire libre en el bosque que hay al otro lado del río Ancho. Será una noche normal y corriente como caulquiera otra en cualquier otra parte. o eso era lo que me decía, con la esperanza de que nada perturbara la tranquilidad del bosque. Se contaban muchas historias sobre osos terroríficos, lobos feroces, serpientes gigantes y toda clase de bichos nocturnos chupasangres. Historias que mi prima no se cansaba de repetirme esperando que me levantara con las ojeras más grandes del mundo laboral y así poder burlarse de mí el resto de la semana e incluso, si podía, aguarme el cumpleaños. Llegamos por la mañana, elegimos un buen claro donde montar las tiendas y fuimos de exploración. Localozamos el río a unos sesenta metros del campamento base, que era como Marcos, mi hermano pequeño, había llamado al claro. Hasta la hora de la comida todo transcurrió con normalidad. Evité a mi prima a toda costa para no fastidiar a mis padres. Han organizado esta acampada con toda la buena intención del mundo y a mis dos primos más pequeños y a mi hermano les hacía mucha ilusión esta salida familiar.
Sin embargo,... hay un límite para todo.
Después de comer mis padres propusieron ir a darse un chapuzón en una zona del río donde no era peligroso para los más jóvenes que solo contaban con cinco y ocho años, mis primos, y once mi hermano. Aunque hubo alguien que se opuso porque su pelo se encresparía y seguro que en el agua había algún bicho peligroso.  Quien sino. La presuntuosa y presumida de mi prima. Por cierto, se llama Vera. Claro, mis tíos no querían dejarla sola, por lo que me pidieron que me quedara con ella. Acepté. Nunca supe si para bien o para mal. Meses más tarde, me preguntaría que habría sido diferente si me hubiese negado e ido con mis padres. definitivamente nada de lo que ocurrió hubiese ocurrido del modo en el que lo hizo y no conocería a quien conocía ni hubiese desfrutado del mejor verano de mi vida, y del más extraño.
-No necesito niñera. Esta noche cumpliré catorce años. No necesito que nadie cuide de mí. Si lo hubiese sabido , habría mantenido la boca cerrada -mi prima protestó durante casi media hora después de que el resto se marcahra.
-Tú no eres capaz de mantener esa boca cerrada. Enloquecerías.
Yo estaba sentada en el suelo con la espalda apoyada en un árbol leyendo uno de los libros que había traído. Pensados especialmente para aquellos momentos muertos. Al contrario, mi prima se había traído su set de maquillaje y sus pintauñas y estaba sentada en una silla haciéndose la tercera manicura en lo iba de día. Su argumento: en el bosque las uñas se estropeaban más rápido y debía tenerlas siempre perfectas, no fuera a ser que se cruzara con algún chico guapo. Nadie le había dicho que estábamos en la parte más alejada de la civilización y no teníamos ni cobertura en aquella zona. El puesto de vigilancia del guardabosques más cercano quedaba a casi tres kilómetros y la altura perfecta para tener cobertura estaba al otro lado del río y ni un solo puente a la vista. Lugar perfecto para evadirse de la sociedad y relajarse  sin la presión de ningún tipo de objeto electrónico. Es decir, el infierno para la gente como Vera.
-Al menos no soy una rarita, que se pasa las horas leyendo esos libros tan raros. La verdad no sé ocmo Laura, Sofía y las demás son amigas tuyas.
-La verdad, yo tampoco...
-No encajas con ellas. Ellas sí que son guays. Que daría yo por ser su amiga... ¿Has dicho algo?
-No, claro que no.
-Como siempre. No sé como puedes sobrevivir así, siendo de esa forma -y alzó los brazos en mi dirección, como mostrando algo que era evidente a simple vista.
"Yo tampoco", pensé. Siempre he tenido la sensación de que estaba en el mundo por estar, que no era importante para nadie. Incluso llegaba a sentir que no tenía derecho a existir. Bueno, siempre hay momentos que te hacen cambiar, pero yo no cambiaría, sino que volvería a ser lo que fui. Mi vida daría un gira enorme. Será muy bueno aunque problemas de todo tipo, a algunos de los cuales no estaba acostumbrada.

miércoles, 20 de julio de 2011

Me llamo...

Me llamo Miranda Grewman y este año he acabado la secundaria y en septiembre empezaré el bachillerato. Tengo quince años y dentro de unas semanas cumpliré los dieciséis. Mis padres han organizado una pequeña acampada que empezará con el cumpleaños de mi odiosa prima y acabará con el mío. Llevan preparándola desde mayo, pero no lo supe hasta una semana después de que acabaran las clases y dos semanas antes de la dichosa acampada. Cuando me enteré me puse hecha una furia. Razón: odio a mi prima y mis padres aún a sabiendas planearon la reunión familiar. En mi infancia no hubo un momento a partir del cual odiarla. Siempre lo he hecho. Cada vez que estamos juntas acabamos discutiendo y siempre he visto en ella una infantilidad extrema rayando en la vergüenza ajena. Es un caso. Yo simplemente la ignoro, es lo mejor para mi salud mental.

Sin embargo, este verano me he replanteado muchas cosas y una fue si realmente mi prima es de mi misma sangre o si no es un extraterrestre o una especie de orangután encerrado en su cuerpo por medio de la modificación genética. Mis amigas siempre se ríen de mí ya que piensan que mi odio es infundado y raro. Aunque directamente piensan que yo soy rara. Siempre me he preguntado por qué tengo las amigas que tengo. Muchas veces me rechazan y me ridiculizan delante de todos los demás. Mis amigas. Ellas. Chicas que están entre el límite de la clase media y la alta, que hacen todo lo posible por pertenecer a la segunda. Razón por la cual siempre se gastan todo su dinero en ropa y complementos para salir de fiesta. Tan sólo para intentar ligarse a algún chico rico totalmente ciego por su belleza que no pueda ver lo que ellas realmente quieren. Popularidad. Dinero. Coches de lujo. Fiestas de la clase alta. Todo lo que yo nunca quise.

Por otro lado, cuando supe lo de la acampada sentí que iba a ser un verano muy diferente a todos los anteriores. Aunque lo que me imaginé, no llega ni a los tobillos de lo que en realidad ocurrió. Un lobo. Increíble. Inimaginable para cualquier persona normal acostumbrada a la total normalidad mortal y humana.

miércoles, 13 de julio de 2011

Prólogo

Es impresionante lo que a veces hacen los animales y como un feroz lobo o un oso gigante pueden llegarse a convertir después de una situación trágica, en la que algún curioso y especial humano esté mezclado, en un ser más humano que el propio y existente humano.

Claro que Miranda en lo último que pensó aquella tarde de verano fue en lo que cambian los animales. Aquella tarde, mientras estaba recogiendo un poco de leña para la fogata que se iba a hacer esa misma noche, Miranda fue atacada por un lobo hambriento y feroz. En un principio, pensó que el lobo tenía hambre y tenía pensado cenársela. Segundos más tarde, pensó que a lo mejor no era un lobo, sino una loba y estaba protegiendo a su camada. En los pocos minutos que permaneció paralizada por el terror, buscó miles de teorías para que un lobo estuviese delante de ella a aquellas horas y justo en aquella zona, poblada y con presencia humana habitualmente.

Sin embargo, no era uno ni lo otro. Miranda estaba muy equivocada, aunque no lo sabría hasta pasados tres días. Aunque se enteraría de mucho más de lo que ella nunca imaginaría que podría suceder y mismo EXISTIR.