miércoles, 19 de octubre de 2011

Dos días sin saber (3)

Esto no puede estar pasando. Todo es un sueño y cuando despierte no habrá lobos raros, ni poderes extraños, ni ningún chico al que sé que conozco pero no he visto en mi vida. Lo sé... Sin todo esto nuevo, vuelvo a la normalidad, a mi odiosa vida. Creo que me quedo con el sueño... Sea o no real es mejor que la realidad. Eso seguro.
Todo es real, Miranda. Pero... hemos estado viviendo una vida que no es la nuestra. Te lo explicaré. Sólo debes esperar hasta el jueves.
¿¡Hasta el jueves!? Es decir que me quedan tres noches sin dormir haciéndome preguntas a las que no tengo respuestas e imaginándome de todo. Creo que me voy a volver loca...
No, no lo harás. Al final todo tiene un sentido.
Eso no me lo había dicho mi padre. Fue... Marcos. Lo miré por el rabillo del ojo... Estaba sonriendo. Él también  podía... Bueno, supongo que dos días no es mucho. Sólo son dos días... ¿A quién quiero engañar? Serán los dos días más largos de mi vida...
Al menos ahora no hablaré solo.
No me lo puedo creer. Yo estoy de los nervios, intentando entender algo y mi hermano pequeño se está divirtiendo. Cuando lo pille...
-Bueno, es mejor preparar la cena. Se va a hacer de noche y tenemos un cumpleaños que celebrar -mi madre se levantó, me dio un beso en la frente y se reunió con mi tía para preparar todo. Mi tío y mis primos se habían ido a buscar leña. Vera se había refugiado en su tienda. La tenía abierta y por el hueco de la cremallera me echaba ojeadas de vez en cuando para asegurarse de que seguía allí y no me había convertido en un fantasma. No pienso decirle nada al respecto. Será suficiente con que sus padres le echen otra bronca más. No sería la primera.
A mi lado mi padre se levantó y se dirigió hacia donde estaban  mi madre y mi tía. Estuvieron hablando un rato y después mi padre fue hacia la tienda de Vera. ¿Mi padre, Adrian Grewman, iba a darle un sermón a Vera? Pues sí que es importante todo este secretismo. De repente, alguien se sentó a mi izquierda... Marcos. Tenía la sonrisa más grande que le he visto en su vida... que yo recuerde ahora...
-Ven. Vamos a dar una vuelta. Papá ya nos llamará para cenar -me cogió del brazo y me arrastró hacia el bosque.

No hay comentarios: