miércoles, 31 de agosto de 2011

Al fin sus corazones se encuentran

Tengo que darme prisa. No llegaré a tiempo. Esto no tenía que haber pasado así. Su prima siempre tiene que estar metiéndola en problemas. Menos mal que pronto se librará de ella y de esas odiosas amigas que tiene. Ya falta solo una semana para que todo cambie y que por fin Miranda encuentre su lugar. No puedo ni imaginarme lo que ha tenido que sufrir. Y todo por culpa de su abuelo, que se empeñó en abandonar la comunidad. No pensó en sus nietos.
Ya solo me quedan unos metros. Espero que Luke tenga más dificultades atravesando el bosque que yo por las cuevas. Ya veo la salida. Ahora solo tengo que esperar a que caiga y cogerla. Pobre, está muy asustada. Puedo sentirlo. Maldita sea. Todo se está precipitando.
Ya se está acercando a la cascada. Tengo que saltar en el momento justo, si no no podré cogerla. Si no lo consigo... ¡No! No debo pensar en ello. Ahora que lo he averiguado todo y que al fin la he encontrado, no voy a perderla. Tengo que conseguirlo, si no perderé mi corazón. Y eso duele mucho, no sé si seré capaz de sobrevivir esta vez. A la primera fui capaz tan solo porque sabía que ella estaba viva. Pero esta vez... si ella muere, yo voy detrás.


En todos los años de mi vida nunca se me ocurrió que moriría de esta manera. Es horripilante. El lobo ha dejado de perseguirme, pero eso ya me da igual, en unos minutos todo se habrá acabado.
Lo siento por mi familia.
Me estoy mareando. Ya no puedo mover las piernas. No soy capaz de distinguir bien el borde de la cascada.
No importa. Supongo que estaré mejor en el mundo de la inconsciencia.
Siento que caigo...


Se está acercando. Puedo sentirlo. Oh, no. Está inconsciente. Mejor para ella. Es muy temprano todavía para que su mente pueda asimilar semejante cosa.
En unos segundos... Ya puedo ver su cuerpo a través del agua.
Lo conseguiré.
¡Ahora!


De repente sentí unos brazos que me cogían fuertemente. Intento ver quien es, pero el sol me ciega y todavía sigo mareada.



Casi se despierta.
Mi corazón se aceleró repentinamente al sentir su corazón tan cerca. Todo mi cuerpo deseaba ese momento en el que la cogí entre mis brazos.
Llegué a una de las orillas del río. Hasta ahora lo único bueno de ser lo que soy es que mi agilidad, mi fuerza, mi resistencia y mi velocidad se multiplicaron por diez. Lo único bueno, hasta ahora. No sé. A lo mejor, a partir de ahora mi vida cambia, no tanto  como lo hará la de Miranda, pero sí que cambiará. Aunque todo depende de ella. Su vida y la mía.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Me llamo... (2)

Me llamo Josh Rossman, tengo dieciocho años y pronto tendré que elegir mi destino como nieto del jefe de la comunidad del Norte. Tengo tres opciones. Una es irme a la universidad, lo cual me gusta bastante ya que estaría lejos de mi abuelo y de mi madre. Cada vez los odio más. Ya no soporto este tira y afloja que hay entre nosotros. Otra es permanecer en la comunidad, buscar trabajo en la ciudad e irme de casa. Con tal de no estar bajo el mismo techo que ellos me vale también. Y la última y la que menos me gusta: permanecer junto a mi familia y acceder al cargo de jefe de la comunidad cuando mi abuelo lo considere oportuno.

No sé que hacer... En esta comunidad están mis amigos, mi vida y aquí viví catorce años con la compañera de mi corazón y compartimos momentos y anécdotas inolvidables. Mi tío Jeff tenía razón. Una  vez que nos encontramos con la compañera o compañero de nuestro corazón es imposible olvidarlo y la separación a largo plazo es morir...

Odio aquel día, hace dos años cuando su abuelo se la llevó junto a toda su familia. Fue horrible la angustia y el dolor que rodeó mi corazón al verla marchar. Si al menos la tuviera a mi lado apoyándome, como hacía cuando éramos unos críos, así yo podría decidir qué hacer con mi vida... Si la tuviera a mi lado... todo sería mucho más fácil...

En realidad no todos los Grewman se fueron. Mat..., quiero decir, Andy se quedó. Fue capaz de enfrentarse a su abuelo y resistió a su bloqueo mental. Fue muy valiente ya que en aquel momento el único capaz de enfrentarse a don Andrés era mi abuelo Daniel. Andy casi no sobrevive, mentalmente hablando, también sufrió mucho cuando sus hermanos y sus padres se fueron sin poder reconocerlo. Ella tampoco se acordaba de mí, ni siquiera me miró a los ojos. No sabía quien era yo. Don Andrés los bloqueó a todos. Fue horrible.
Ahora Andy vive con mi tío Jeff, esperando que su familia recuerde quienes son realmente y regresen. Y yo sueño con volver a verla y disfrutar de aquellos momentos juntos en el bosque.

Ya he vivido dos años sin ella, pero este verano todo cambiará para los dos y conoceré mi destino a su lado.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Encuentro (última parte)

Su pelaje era de un color negro, tan negro como el azabache, apenas tenía luz. Por otro lado, sus ojos sí que brillaban, de ira y ferocidad.
Sentí como cada fibra de mi ser se paralizaba después de un escalofrío. Tenía los nervios a flor de piel y el terror me inundaba por dentro. Mil imágenes e historias pasaron por mi mente, demasiada literatura, demasiadas películas de terror.
El lobo me miraba fijamente, no movió ni un músculo. Pude sentir su respiración acompasada.
De repente, percibí algo en lo alto de un roble. Vi la camiseta brillante y la melena morena de mi prima. ¡Se había subido a un árbol! Seguro que con la intención de asustarme después de verme desesperar buscándola. Vera tenía intención de bajar, no había visto al lobo. Tenía la vista fija en mí y bajaba con la sonrisa más grande del mundo. Con movimientos muy lentos, intenté llamar su atención y negar lentamente, para no alterar al lobo. Vera me vio perfectamente y también al lobo. Percibí que se echaría a gritar.
Mi cerebro funcionaba a mil por hora. Hay que salir del apuro. Y vivas. La única opción es echar a correr hacia el río y así despistarlo. El lobo no lo cruzaría. Al menos intento convencerme de ello. Mi principal objetivo es alejar el lobo de mi prima. Tal como era ella, era capaz de llamar la atención del lobo inútilmente y convertirse en su cena o en la cena de sus cachorros, si era una hembra. Esto último me dio otra cosa en qué pensar. ¿Qué hacía un lobo en aquella zona del bosque que era muy frecuentada por familias que vienen de acampada? Nunca, que yo recordara había oído algo acerca de avistamientos de lobos allí y, mucho menos, ataques. Este será el primero y posiblemente el primer ataque.
Inmediatamente eché a correr. El lobo o loba o lo que fuese me persiguió. Tenía suerte de ser la más rápida del instituto. Cada vez podía oír el rumor del agua más cerca. Eso me dio esperanzas.
Por el filo del ojo vi como el animal me seguía. No parecía esforzarse mucho. Sé que puede ser mucho más rápido.
De repente algo chispeó en mi mente.

Me estaba cansando, y lo está consiguiendo. Como no llegue rápido al río todo se acabará aquí.

Realmente no quiero eso. Siempre tuve la esperanza de que el destino me deparara algo bueno y grande.
Fuera lo que fuese.

Ya puedo ver el río entre los arboles más delgados, justo a la orilla del río. No puedo rendirme ahora. Corrí aún más rápido. Si me viera el profesor de educación física, me aprobaría para todo el curso. Ya sólo quedan unos metros para llegar al río. Puedo sentir mi sangre latir en mis oídos. Seguí corriendo, lo haré mientras me queden fuerzas.
En un minuto llegué a la orilla del río. No pensé en si habría rocas o en la profundidad del río. En aquel momento no pensé en nada. Sólo quiero acabar este día, viva. Salté al río sin pensármelo dos veces. Inmediatamente la corriente me arrastró río abajo.
Al contrario de lo que pensaba, el lobo me estaba siguiendo desde la orilla. Esperando algo o a alguien o, más bien, a que pudiera cogerme.
Llevo ya unos cinco minutos empapada y congelándome, aunque me pareció una hora. Tengo las piernas y los brazos cansados de intentar mantenerme en la superficie y estaba empezando a sentir como me faltaba el aire. No puedo respirar bien. La natación nunca fue mi fuerte y menos aún si se trata en los rápidos de un río.
Como de la nada llegó a mis oídos un estruendo, parecido a cuando llueve muy fuerte sobre un tejado débil. Toneladas de litros. Lo entendí más rápido de lo que esperaba.
Una cascada.







Mejor dicho "La Cascada". En este río hay varias cascadas, pero tienen poca altura y algunas hasta se podían bajar haciendo rafting.
Excepto una.
Tiene unos quince metros de caída y un fondo de roca dura, sin contar con la fuerza a la que cae el agua.
Estaba muy cerca del final. Como salga de ésta mi prima tendrá que disculparse durante el resto de su vida, y aún así no sé cuanto tardaré en perdonarla. Miré en todas las direcciones y hacia las orillas, buscando algo a que agarrarme. El lobo se ha ido. Eso o estaba esperando a que caiga por la cascada, ahorrándose así la molestia de tener que matarme.
Apenas unos metros quedan. De repente y salido de la nada un temor inundó mi mente, ¿y terminará todo aquí y así?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Encuentro (2)

Nos pasamos en silencio la siguiente media hora. Después, Vera simplemente se levantó y se adentró en el bosque, llevando en su cara una mirada que decía claramente que planeaba algo. Pasaron veinte minutos y como  vi que no volvía, salí a buscarla. No pensaba cargar con la culpa de que aquella inepta para la orientación y la prudencia se perdiera en el bosque, aunque en el fondo creo que mis tíos me lo agradecerían. Me reí sola, cogí un walkie-talkie, el otro lo tenía mi padre por si ocurría algo, y salí en su busca que seguro estaría apartando nerviosamente mosquitos, telarañas y viendo serpientes por todas partes. Vera siempre fue muy imprudente y se jacta demasiado de una valentía de la que no posee ni un terrón de azúcar.
Por la noche, para celebrar su cumpleaños encenderemos una hoguera, haremos malvaviscos y perritos calientes y mi tía sacará la guitarra, canta muy bien. Pero... para encender una hoguera necesitaremos leña y nadie se ha acordado de recogerla. Por eso, aprovecharé que busco a mi prima para recoger algunos palos. No hay rastro de Vera por este sendero, pero estoy segura de que es por el que se ha adentrado porque unos metros atrás he visto algunas ramas rotas  en el suelo y un lazo de su camiseta. Seguí andando unos diez metros más. Ni rastro de ella. Ya estaba dudando de si era el camino correcto o si debería avisar a mis padres y a mis tíos de la desaparición de Vera. Seguro que se ha perdido y no sabe regresar. 
Di una vuelta sobre mi misma y vi brillar algo cerca de un viejo roble. Me acerqué. Era un pendiente de Vera. Tenía que andar muy cerca. Solo hace falta que se de cuenta de que ha perdido uno de sus pendientes favoritos y ya la oiré poner el grito en el cielo. Pero eso no ocurrirá. O eso sentí, aunque sin causa conocida. Cogí el pendiente. Todavía tenía la tuerca, por lo que no se le cayó... ¡se lo quitó!
Ahora sí que olía a chamusquina.
Seguro era una broma de muy mal gusto. Vera debió de pensar: "Voy a darle un sustito a Miranda. Será divertido".
Seguí caminando. Seguro que me estaba viendo, así que me hice la tonta y seguí buscándola. Caminé diez metros más en dirección al río, ya podía oír el sonido de agua corriente chocando contra las rocas y algunos troncos. Por el rabillo del ojo vi algo. Si Vera pretendía asustarme, se iba a enterar a la hora de la cena. Oí como una rama se rompía al ser pisada detrás de mí. Me di la vuelta lentamente. No había que aumentar el ego de mi prima innecesariamente.
Pero... allí no estaba ella.
Era... Era... un lobo enorme.
Enorme y además hambriento.