miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (8)

Yo me levanté y recorrimos el mismo camino de regreso que el que habíamos seguido para ir al claro. Cuando llegamos, había en el medio de las tiendas una mesa preparada con la cena. A un lado del claro ardía una hoguera y a su alrededor había dos rocas unos troncos más grandes que servirían más tarde de asientos. Mi padre nos vio llegar.
¿Estás bien?
Mi padre estaba muy tranquilo, pero su voz lo traicionaba. Estaba preocupado. Le dediqué la mejor sonrisa que pude en aquel momento. Funcionó, pues lo noté más relajado. Cenamos. Nadie se había olvidado de mi incidente, pero tampoco se mencionó. Después de todo era el cumpleaños de Vera. Y... había que "tenerla" contenta. Si las cosas no salían como ella quería, podía destruir las mejores vacaciones, incluso una acampada en el medio del bosque. El primer día ha sido todo una aventura, a ver si el resto son un poco menos... peligrosos, mortales, preocupantes, agobiantes e interesantes. Un poco de tranquilidad, por favor. Creo que no es mucho pedir.
El resto de la noche pasó sin el menor contratiempo. Si nos olvidamos de la tarde, la noche se puede resumir como espléndida. Por lo menos, es la primera cena donde mi prima y yo no discutimos. Milagro... Después de unos cuantos dulces de malvaviscos, unos cuantos perritos y unas canciones, cada uno se fue a su tienda. Leí un poco antes de apagar mi linterna. Inmediatamente en la oscuridad y en mi tienda con el silencio por única compañía, me sentí terriblemente sola. Nunca había sentido antes este peso en el pecho que me impide respirar. Necesito...
Miranda, respira hondo... Relájate.
¿¡Josh!? Sentí como algo recorría mi interior. No sé el qué. Pero ha aliviado la pesadez y el agobio que sentía. 
Josh... Necesito...
No te preocupes, ya queda menos.
Podía sentir su seguridad y su calma. Su esencia... me hacía sentir bien. No sé. Si pudiese estar con él...
Duerme, Miranda. Ahora ya no importa lo lejos que estemos. Ya no importa...
Ya no importa, no.
Me quedé media dormida escuchando el eco del "Ya no importa" de Josh. Seguro que tiene razón. Ahora que nos hemos vuelto a encontrar, no nos vamos a separar. Duele demasiado. Yo... le necesito... demasiado.
Con estos pensamientos y sintiendo todavía la huella de Josh en mi mente y en mi corazón me quedé totalmente dormida. Sentía el cansancio en mi cuerpo agotado. Me sentía muy pesada en mi saco dee dormir. Por fin podía descansar. Lo necesitaba también, ya que ésta será la primera y la única noche en esta semana que dormirá medianamente bien.

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