miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (7)

Ese nombre... me recuerda a alguien, pero no sé a quien... Miré a mi hermano a la cara. Estaba asustado... y... nervioso...
-¿Qué has dicho Marcos? -sentí como intentaba ocultar su nerviosismo y su hallazgo. De no ser porque estaba segura de su reacción, habría conseguido su propósito.
-Nada. No te preocupes, no es nada.
-Marcos, ¡cómo me estés ocultando algo!
-No, claro que no. ¡Y además, el jueves ya lo vas a averiguar todo! Continúa, por favor...
No estaba segura de continuar, pero... lo hice. Mi mente evocó de nuevo la sensación de impotencia, cuando estaba en río... El no poder agarrarme a nada, ni a nadie... Después, la caída... como estar en el vacío... Con esa emoción me despedí de mi vida. E inmediatamente el momento en el que Josh me cogió. Recordarlo hacía que un torrente de emociones y sensaciones fluyesen en mi interior. Alivio al saber que no moriría, al menos, no en aquel instante. El hecho de recordar su corazón me embargó. Me llenó por unos segundos, justo antes de desmayarme, la sensación de plenitud. De que ya estaba completa, que ya no me faltaba nada. Muy hondo llegué a sentir que ya podía morirme porque ya tenía todo lo que necesitaba.
Sentí como Marcos se movía incómodo a mi lado. Era comprensible. Le estaba mostrando mis sentimientos hacia Josh. Sentimientos que él añoraba... Supuestamente durante un tiempo había estado inconsciente, pero en mi cabeza había voces. ¿Voces? Marcos se puso tenso y optó por levantarse. Sentí como se metía en mi cabeza y "urgaba" entre esas voces para poder aclararlas. Saber su significado, o mejor dicho, saber qué diablos hacían en mi cabeza. Unas voces que por supuesto no recuerdo haberlas oído en mi vida... Marcos salió de mi mente. Sentí su decepción acerca del resultado de su búsqueda. Durante unos segundos pude sentir como se evaporaba su presencia y sólo quedaba su huella, como la estela de un barco.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Yo pensando en mis recuerdos y en esas misteriosas voces. Marcos supongo estaría tratando de digerir lo que le había mostrado y además descifrar el significado de las voces. En realidad, ya no me parece todo esto tan irreal. ¿Qué son unas voces en mi cabeza, al lado de todo lo que me ha ocurrido y todo lo que he sabido en lo que va de día? Nada, por supuesto. De repente, el sonido del móvil de mi padre nos sobresaltó. Me di la vuelta, buscándolo, pero no estaba por ningún lado. A mi derecha, Marcos estaba hablando por teléfono. ¿Pero no era que en el bosque no había cobertura? Y... ¿qué hacía Marcos con el móvil de mi padre? Y así se lo pregunté, a lo que contestó:
-En este claro sí que hay cobertura... En éste y en otros claros semejantes. Y el móvil me lo dio papá, para avisarnos de cuando estuviera preparada la cena. Como se te había extraviado el walkie-talkie... y como te niegas a tener un teléfono móvil.
-Claro. Es verdad...
-Bueno, ¿me acabas de mostrar tu tarde?
-No. Por hoy es suficiente. Mejor volvamos...
-Entonces, mañana seguimos, ¿no?
-Ya veremos...

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