miércoles, 25 de abril de 2012

Pensamientos, preguntas y problemas (9)


Otro día buscaré a ese ser. Así que ahora, Instinto, llévame de regreso a las tiendas, junto a nuestros padres, por favor.
Yo te enseñaré el camino. Te lo mostraré con imágenes. Confía en mí.
Aquello sí que me sorprendió bastante. Era… Jeff, el tío de Josh. Bueno, no hay que buscarle pegas a la buena suerte.
Miranda, tú puedes llevarlos de regreso. Tienes todo lo necesario. Búscalo en tu interior.
Jeff, no sé si…
¡Claro, que podrás! Confía en mí. Te ayudaré.
De inmediato en mi mente se formó una nube oscura que se aclaró hasta formar una imagen perfecta del bosque. Miré a mi alrededor buscando esa imagen. Estaba a mi izquierda. Debíamos seguir por allí. Mi hermano percibió mi decisión y siguió él en cabeza pero siguiendo las instrucciones que nos llegaban desde alguna parte de este bosque.
Jeffrey nos guió durante la media hora de recorrido entre el remanso y las tiendas. Cuando llegamos, todo estaba apagado. Aún no se había encendido el fuego, ni había linternas. Nada. Solo había silencio. Mis padres no estaban. Ha pasado algo y no sé lo qué.
Miranda. Solo tienes que hacer dos cosas. Encender el fuego y cuidar de tus primos y de Marcos. Nada más. Vuestros padres regresarán pronto. No te preocupes.
Era Jeff otra vez. Él sabía algo y no me lo ha contado. Dice que no me preocupe… Eso es imposible. Estoy de los nervios. ¿Qué habrá pasado para que no haya nadie aquí? Sin embargo, hice lo que me dijo Jeffrey. Encendí el fuego e incluso les preparé una merienda a los chicos. Así estarán tranquilos y entretenidos. Mi madre me dijo una vez que a los hombres se les gana por el estómago y aquellos críos no iban a ser la excepción. Además, no se preguntarán dónde están sus padres durante un buen rato. Espero que vuelvan antes de que eso pase.
Ya ha anochecido. El fuego ya no es suficiente para dar luz, por lo que Marcos encendió un par de linternas y las dispuso por el claro. Ya no sé qué hacer. Esta espera es inaguantable. Ya no lo soporto más. Tengo que hacer algo. No sé.
Tranquilízate, volverán tarde o temprano.
Marcos y mis primos habían sacado unos juegos de mesa y parecía que se divertían. Mientras ellos estén tranquilos…
¿Has oído eso?
Marcos lo había  oído igual que yo. Podíamos oír unos pasos nerviosos acercándose por nuestra derecha. No sé qué hacer. ¿Será amigo o enemigo? Permanecimos quietos, sin hacer nada imprudente. Mis primos siguieron jugando. Ellos no habían oído nada. Cada vez estaban más cerca. Eran varios.
Inmediatamente, los matorrales se movieron y nuestras madres aparecieron por allí. El alivio recorrió tanto mi cuerpo como el de Marcos. Menos mal que eran ellas. Nuestros primos corrieron junto a su madre que fue directa a preparar la cena. Pude sentirla nerviosa e intranquila. ¿Qué habrá pasado?
Mi madre nos miró a ambos y nos hizo una seña para que la siguiéramos a la parte más alejada del campamento. No quiere que nuestros primos nos escuchen. La noto distinta. Como si algo nuevo hubiese aparecido en ella. Pero, al mismo tiempo sigue siendo mi madre, nada ha cambiado.
Repentinamente, mi hermano se abalanzó a los brazos de nuestra madre. Me pareció de lo más extraño. Mi hermano no era una persona que mostrara sus sentimientos abiertamente ni tampoco le agradaban las muestras de afecto exageradas y en público. Por lo que su actitud ahora es muy rara. ¡Ya no sé por quién preocuparme!
-¿Mamá, qué ha pasado? -Marcos la miraba preocupado, también había notado algo diferente en ella.
Que nuestra familia pronto volverá al sitio al que pertenece y del que nunca debimos marcharnos.
Ahora sí que lo entiendo todo. Mi madre también ha recordado... Bueno, en realidad, no sé lo que ha recordado porque yo no lo recuerdo. Solo tengo imágenes sueltas en mi cabeza que me dicen que hay algo grande e importante que he olvidado. Noto como mi madre centra toda su atención en mí. No sé ni como sentirme. Siento rabia... miedo... decepción... No sé... Necesito estar sola y no pensar.
Ahora es muy tarde para que te vayas por ahí... Mañana si quieres te dejamos a solas. Nos llevamos a los niños y a Vera.
Gracias, mamá. No me alejaré...
Por eso no te preocupes. Si se hace tarde, te buscaremos. Nunca estarás sola, pero sí que podemos dejarte espacio. Y ante todo no hagas nada imprudente.
De acuerdo.
Mi madre fue a ayudar a mi tía y nosotros nos entretuvimos con los juegos de mesa, esperando a que llegaran los demás. Cuando la cena ya estaba lista, aparecieron Vera y mi tío y nos pusimos a cenar. Faltaba mi padre, pero nadie había dicho nada al respecto. ¿Dónde estaría y qué estaría haciendo?  Cuando nos acostamos, mi padre aún no había vuelto. Me estaba preocupando, pero mi madre no lo estaba, así que  decidí dormirme y dar paso a un miércoles más largo aún si cabe que el martes.

miércoles, 18 de abril de 2012

Pensamientos, preguntas y problemas (8)

Ya hemos recogido todo y mi hermano y mis primos ya se han secado y vestido con ropa seca. Tengo que llevarlos de regreso a las tiendas pero no sé por donde. Intento seguir mi instinto, pero no me dice nada lógico. Lo único que siento es ganas de adentrarme en el bosque y buscar a ese ser de ojos brillantes que me ayudó a salir de aquella parte del bosque tan tenebroso y oscura. En el fondo de mi corazón siento que reconozco esos ojos, pero es demasiado extraño. No recuerdo haberlos visto en mi vida. Bueno... realmente ahora mismo eso no es una excusa válida.
-¿Y ahora que hacemos Miranda? –mi primo pequeño me miraba preocupado. Hasta él se había dado cuenta de que no tenía ni idea de cómo volver junto a nuestros padres.
-Pues no lo sé. Tendremos que esperar a que nos vengan a buscar.
Papá me acaba de decir que se van a retrasar, que vayamos hacia las tiendas…
¿Y cómo diablos vamos a volver?
Miranda, nosotros conocemos este bosque mejor que nadie. Solo que aún no nos hemos dado cuenta.
¿Cómo?
Debemos seguir nuestro instinto y buscar la senda correcta antes de que anochezca. Papá confía en nosotros…
Qué bien…
Ahora sí que teníamos un problema. Y grave, por cierto. Seguir nuestro instinto. Que fácil suena y qué difícil es cuando tu instinto no quiere que vuelvas a la tienda sino que me interne aún más en el bosque y que encuentre al ser que me guió de regreso con mi hermano y mis primos. No nos queda más remedio que fiarnos del instinto de Marcos.
Mi hermano iba delante y yo al final, detrás de mis primos. Primero seguimos el río durante al menos unos diez minutos. Luego tuvimos que adentrarnos un poco en el bosque porque se hacía imposible seguir el curso del río. No era capaz de identificar el camino, ni siquiera alguna roca o árbol. Nada de nada.
Estaba anocheciendo demasiado rápido para ser un día de verano. Hoy todo se volvía en mi contra. Ni siquiera un martes trece produciría tan mala suerte. De repente Marcos se paró. Sentí su indecisión y su inseguridad. Me miró a los ojos buscando ayuda. Tengo que buscar eso que todos saben que tengo dentro y que aún no se ha despertado. Seguir mi instinto… Quiero volver a casa… Otro día buscaré a ese ser. Así que ahora, Instinto, llévame de regreso a las tiendas, junto a nuestros padres, por favor.

miércoles, 11 de abril de 2012

Pensamientos, preguntas y problemas (7)

 -¿¡JD!?
Tan pronto oí mi nombre, me giré. No reconocí esa voz. No era de nadie de la comunidad; me había alejado lo suficiente como para que nadie me encontrara. Pero nada más girarme vi a tres personas, dos mujeres y un hombre, que no esperaba ver allí. Eran los padres de Miranda y una mujer a la que nunca había visto. Sentí su sorpresa y también a mí me sorprendió enormemente el hecho de que Adrian me hubiese reconocido. Me di la vuelta para seguir mi camino. Fingiría ser un lobo normal y asustado. No notarían la diferencia. No tengo especial interés ni ganas de hablar con ellos. No mientras tenga restricciones que cumplir para con Miranda.
-Por favor no te vayas. Necesitamos hablar contigo, por favor -Suzanne me estaba implorando... A eso no podía negarme. Hace tiempo prometí que a ella nunca la decepcionaría. Siempre se preocupó más por mí que mi propia madre y me defendía ante don Andrés, su padre-. Por favor, hazlo por..
No permití que terminara la frase. Ya había accedido casi en el momento en el que los vi. Tenía que cambiar de forma. Era necesario. No tenía pensado hablar con ellos en mi segunda forma. Todavía no sé lo que piensan de mí ahora mismo. A unos tres metros había unos matorrales y un gran árbol. Me dirigí allí.
Cambiar de forma no es algo que nos guste especialmente. Duele sentir como tus huesos, tus músculos se transforman literalmente. De lobo a hombre es peor. Es como sentir que alguien te estira y te estira como si fueras un muelle. Sin embargo, tras un mes haciéndolo uno se acaba acostumbrando. Yo ya llevo dos años, ahora es pan comido, aun así, no es agradable.
Tardaría aproximadamente un minuto y medio y en ese tiempo debía acostumbrarme a ser una persona de nuevo, a andar sobre dos piernas y a no rehuir de todo lo que no sea propio del reino animal. Lo más difícil era acostumbrarse de nuevo a estar rodeado por personas. Cuando estamos en nuestra forma lobuna, tendemos a aislarnos y alejarnos de las poblaciones y de los sitios donde simplemente hay alguien más aparte de nosotros mismos.
-Gracias...
-No tenéis por qué agradecerme nada -no tengo ni idea de lo que quieren hablar, pero no voy a perder la oportunidad de saber cómo está Miranda. Sé que ellos serán sinceros conmigo.
Adrian dio un paso hacia mí y me tendió una mano. Yo se la estreché. Pude sentir y ver parte de lo que habían sufrido. Era demasiado para una sola persona, pero también sentí su determinación y su seguridad a volver a su vida, a la comunidad y a continuar dejando el pasado atrás. Me alegro mucho de que Adrian no sea parte de mi familia porque si no vendrían buscando venganza por una serie de sucesos y discusiones de las que ya nadie conoce el motivo ni quien empezó esta especie de confrontación interna.
-Tenemos mucho que agradecerte -Suzanne me abrazó y me miró a los ojos. Sentí todo su agradecimiento y me gustó la sensación de que por fin haya alguien que reconozca lo que hago bien y que no le dé más importancia a lo que hago mal-. A ti y a tu tío Jeffrey. Salvaste a Miranda. Protegiste su corazón como lo haría un buen amigo...
-Le disteis un techo bajo el que vivir a Mateo. Tú y Mateo os visteis envueltos en todo esto directamente y no tenía que haber sucedido así. Ya he hablado con él y le he explicado todo -nunca había visto al padre de Miranda tan decidido a arreglar todo este embrollo. Antes siempre había estado bajo el yugo y tras la sombra de don Andrés (igual que mi padre está bajo mi abuelo Luke). Es un gran hombre, puede hacer muchas cosas y parece que está dispuesto a demostrarlo.
-Y aún por encima ahora estáis limpiando nuestra casa para que podamos volver a la comunidad... ¿y dices que no tenemos nada que agradeceros?
-A mí no me importa hacerlo. Así tengo algo con lo que distraerme y no pensar en... -solo recordarlo se me revuelve el estómago. Mi hermano que quiere cumplir una venganza sin sentido, mi madre que no me quiere, que ya no tengo casa, mi abuelo que me odia y mi padre que no aparece por ningún lado.
-No te preocupes, todo se arreglará. Para eso estamos aquí. Y siéntete libre de quedarte en la casa de mi hermana todo el tiempo que necesites. A ella no le importa y le guste tenerte en su casa.
-Además, le has dado un motivo para que use su horno más a menudo. ¡Con lo que le gusta hacer pasteles! -ver que la madre de Miranda podía sonreír me dio un motivo para pensar que tienen razón y que todo se arreglará. Pero... ¿cuánto tiempo hará falta?
-Bueno, ya se ha hecho demasiado tarde. Tenemos que volver junto a los chicos que van a pensar que nos hemos olvidado de ellos.
-Tienes razón, pero yo me voy con JD a casa de mi hermana. Tú explícaselo a los chicos de la mejor forma posible para que no se preocupen.
-Está bien.
Suzanne se despidió de su marido con un beso y la otra mujer y ella se internaron en el bosque de regreso al sitio donde acampaban. Adrian las observó hasta que desaparecieron entre la maleza.
-Vayámonos, chico. Seguro que conoces algún camino hacia la casa de mi hermana que ni se acerque a la comunidad.
-Sígueme.

miércoles, 4 de abril de 2012

Pensamientos, preguntas y problemas (6)

Me interné en el bosque hasta que los perdí de vista. Me apetecía caminar entre los árboles, vagar perdida, no pensar… Había demasiadas preguntas y pocas respuestas. Anduve sin rumbo durante casi cinco minutos. No me fijé siquiera por donde andaba. Pero cuando me paré, no reconocí aquella parte del bosque. Todo era distinto. Los árboles, los matorrales y el suelo, incluso la tonalidad de la luz del sol era diferente. Era más oscura, apagada. No sé. ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta?
Debo volver… Creo que me he alejado demasiado.
Hay un problema… ¿por dónde he venido?
Todo aquí es extraño. Más salvaje, indomable. Parece como si un escultor enfadado, lleno de ira, hubiera usado esta parte del bosque para expresarse. ¿Qué hago? No puedo seguir andando sin rumbo. Puede ser aún más peligroso.
Una rama acaba de romperse a mi espalda. Me giro inmediatamente. No hay nadie, ni nada. Ahora el ruido de un matorral al ser movido, a mi derecha. No puedo ver nada. Todavía es de día pero en esta zona del bosque podría tener un elefante delante de mis narices y no me daría ni cuenta.
Doy un paso hacia delante. Algo se movió rápidamente desde mi derecha hasta situarse justo delante de mí. Doy otro paso. No se oye nada… Ahora dos pasos lentos. Me paro y permanezco en silencio. Solo puedo oír mi respiración agitada y mi corazón acelerado. Trato de ralentizar mis pulsaciones. Todo se vuelve silencio de repente. Sin embargo, puedo oír como unas pisadas suaves en la hojarasca se alejan de mí en línea recta. Las sigo.
En realidad no debería hacer lo que estoy haciendo. No es razonable. Pero tampoco me puedo quedar aquí quieta mientras oscurece. Sigo las pisadas. Ahora las oigo un poco más cerca y más hacia la izquierda, como si me guiasen a algún lugar. Las pisadas son muy silenciosas y casi no se oyen, pero en la quietud del bosque las oigo perfectamente.
Hay algo en el bosque que está cambiando. Lo noto en… la piel. ¿O soy yo? Ahora el bosque es diferente. Vuelve a ser como era antes de que me adentrara tanto. No sé como explicarlo, solo lo sé. Giré hacia la derecha. Las pisadas me seguían guiando. No tengo ni idea de qué tipo de animal estoy siguiendo. Cada vez que me acerco más, las pisadas aceleran el paso como evitando que lo vea. Nada más seguir en esta nueva dirección ya me situé. ¡Ya sé donde estoy! Andando en esta dirección unos veinte metros más o menos está la playa donde están mis primos y mi hermano.
Las pisadas se detuvieron y yo también. Pude oír dos grandes saltos… Lo que me guió hasta allí, ya no estaba. Se ha ido. Anduve hacia delante, pero de repente lo oí detenerse a mi espalda. Me di la vuelta esperando ver algo… Lo único que pude ver fueron dos ojos brillantes a lo lejos. No sé por qué, pero algo se agitó inquieto en mi interior, como luchando por salir afuera. Aquellos ojos se me quedaron grabados en la mente, en el corazón, en el alma… No creo que los vaya a olvidar. Es imposible… No lo entiendo.
Un palo se acaba de romper detrás de mí. Me giro bruscamente y veo a mi hermano todavía mojado y preocupado. Me giré otra vez y busqué con la mirada aquellos ojos salvajes y a la vez amables en medio del bosque. Habían desaparecido, por supuesto. Aquello me entristeció. Necesitaba volver a ver aquellos ojos que no parecían humanos pero tampoco eran de un animal, no uno normal y corriente.
¿Qué te ha pasado Miranda? Estás agitada y alterada…
No te preocupes por mí. Estoy bien. Es sólo que…
¿Qué?
Nada.
Mi hermano parece no haberse conformado con la respuesta. Pero no le va a quedar otro remedio. Ahora mismo no puedo analizar lo que ha sucedido en el bosque. No soy capaz. Es demasiado irreal… Marcos decide no entrometerse. Se lo agradezco de corazón. Mis primos siguen en el agua. No se cansan nunca, pero ya es tarde y debemos volver. Lo extraño es que no haya venido nadie aún a buscarnos. No creo que se hayan olvidado de nosotros.