miércoles, 7 de diciembre de 2011

La comunidad (2)

 -Claro y mientras tú andabas subido a los árboles, yo he aguantado a tu quejica madre -lo dijo tan en serio que tuve que ver su cara. Era indescifrable y sentí la necesidad de disculparme.
-Lo siento. yo... Es sólo que necesitaba... -de repente estalló a reír. Con él nunca se sabía. Podías llegar a creerte al trola más grande del mundo.
-¡Era broma! Por tu madre ni te preocupes. Le he dado largas y la he mandado a freír espárragos.
-Gracias. Ahora no me apetece responder a su interrogatorio. Y tal y como está ahora mi mente, no quiero ande hurgando. Son mis recuerdos...
Yo me había sentado al lado de mi tío. Me encanta estar con él. Es como respirar tranquilamente, sin presiones. En cambio en casa, no había manera humana ni sobrehumana de relajarse. Siempre están observando cada paso que doy esperando a que cometa el más mínimo error para cuestionar todo lo que he hecho durante toda mi vida. Y eso que solo tengo dieciocho años. Es como vivir esperando una sentencia. Además, sus preguntas... Mi madre y mi abuelo no paran de intentar averiguar que voy a hacer con mi vida. Ni yo lo sé.
-Entiendo... ¿Sabes que las puertas de mi casa están siempre abiertas para ti? Aunque a tu madre no le haga ninguna gracia que te pases aquí los días en vez de en tu casa. Pero bueno. No importa.
-Gracias, tío Jeff. No sé que haría sin ti. Bueno, no sé que haríamos Miranda y yo sin ti. Nos ayudaste mucho siempre. Incluso cuando éramos dos críos y don Andrés se negaba a dejarla jugar conmigo, tú le convenciste.
-En realidad, estaba muy claro que no era solo un juego de niños. Tú ya sabías que ella era tu amiga del corazón y a ella poco le faltaba para averiguarlo. ¿Por qué hacer las cosas aún más difíciles?
-Ya bueno, pero... Además, cuantas veces cuidaste de nosotros durante las noches propicias y de sus hermanos. Incluso ahora has acogido a Andy y eso que a ti no tenía que importarte. Y... me ayudaste cuando se fue...
-¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Dejar que nuestra familia se llene aún más de la hipocresía y la mezquindad que ya la envuelven? Además, tu tía Maggie se habría enfadado muchísimo de estar aquí y ver que no hacía nada.
-Ya..
Nos quedamos en silencio un buen rato. Se podía oír a todos los animales nocturnos del bosque. A pesar de que mi tío Jeff tiene cincuenta años ya, sé que con él puedo hablar siempre que quiera, cuando quiera y de lo que sea. Siempre me entiende. Supongo que es porque durante su juventud tuvo su ración de historias familiares dramáticas (muy propio de los Kolman, mi familia materna). Una vez me contó que su padre, es decir mi abuelo materno, Luke, no le permitía verse con Margaret Leah Willman y eso que estaba bien claro que eran amigos del corazón. Que se pertenecían el uno al otro sin importar lo que los demás opinaran o quisieran. El corazón no atiende a razones. Aún con todo en contra mi tío Jeff y Maggie siguieron adelante con el único apoyo de ellos mismos y su amor. Cuando tuvieron edad suficiente y unos ingresos para poder ir tirando, se casaron y mi tío le compró a su joven esposa la casa donde ahora vivía él solo con sus recuerdos. Por lo que me contó, la tía Maggie murió muy joven al dar a luz. Según le contaron a mi tío, hubo problemas durante el parto y el bebé nació muerto. Mi tío se derrumbó sobremanera que se encerró en su casa y se aisló del resto de la comunidad. La única persona que acudía a verle frecuentemente y le ayudaba con las tareas de la casa e incluso le cocinaba a veces era Mary Anne Paulman, la abuela materna de Miranda. De esto ya hace mucho tiempo porque mis padres acababan de casarse. Aún así mi tío sigue viviendo sólo entre estas paredes llenas de fotos y recuerdos.
-Es mejor que vuelvas a casa, JD. Ya es muy tarde.
-Sí. Gracias por todo, tío Jeff. En serio.
-JD, no quiero que la historia se repita. En nuestra familia ya hay sufrimiento suficiente para un par de siglos. Y recuerda, y esto lo sé por experiencia: ábrele tu corazón a todos los Grewman del mundo antes que a un solo Kolman.
-De los Kolman, tío Jeff. Tú eres la excepción.

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