miércoles, 12 de octubre de 2011

Dos días sin saber (2)

-Mira tú que bien. Como si yo fuera capaz de dejarla sola aquí con todas mis cosas en mi tienda e irme a pasear por el bosque. No se me habría ocurrido semejante idiotez...
-Ya. Al principio no la creímos, pero se puso tan nerviosa y lo decía tantas veces que mamá la creyó y se derrumbó.
-Ahora eso no importa. Vamos a aclarar todo esto. Por lo menos para que a mamá no le dé un ataque o algo parecido.
Fuimos hacia los demás. Cuando me vieron, sentí en mi corazón un torrente de sentimientos y emociones inexplicables que no eran mías. Mis padres estaban un poco sorprendidos y muy contentos de verme. Podía sentirlo. Sus corazones se estaban relajando. Al momento mi madre corrió a abrazarme. Estaba llorando... Era desolador verla así. Me enfadé aún más con mi prima. Sentí la mano de mi padre en mi hombro. Su corazón estaba sereno. En ningún momento perdió los nervios ante todo lo dicho por Vera. No sé como lo he sabido, pero lo sé. Cada vez puedo sentir y entender las emociones con más claridad.
-Miranda... ¡qué susto nos hemos llevado! Tu hermano ni hablaba. Ya sabes como se pone cuando está preocupado. Al principio pensamos que todo era mentira, pero al no encontrar otra respuesta... -mi padre no siguió hablando. No hacían falta palabras, nos entendíamos a la perfección. No lo mostraba, pero yo sabía que se había alarmado. Mi padre era así. Cuando surgía algo preocupante, siempre procuraba mantener la calma e intentar solucionar lo que fuera que lo angustiaba.
-Tranquilos. Estoy bien -sentí como ambos recuperaban la calma. Nos sentamos ya que mi madre casi no se tenía en pie. Aquel era el segundo susto que se llevaba en su vida. El primero fue cuando mi hermano tenía cinco años y simplemente desapareció. No estaba en ningún sitio y nadie lo había visto. Horas más tarde cuando lo encontramos, mi madre lo agarró fuertemente, pero le temblaban las piernas. Ahora que lo pienso, después de todo lo que ha pasado, no sé cuán verdaderos son mis recuerdos...
Todos me están mirando, ni pestañean... Siento su miedo... Es el momento de decirles lo que ha pasado. No sé por donde empezar... No puedo contarles toda la verdad, no me creerían... Yo en su lugar no lo haría.
-Pues... veréis...
Simplemente les conté la verdad. Claro está, obviando algunos detalles que no dejarían dormir a mi madre, como el hecho de que estuviera a punto de morir en la Cascada o todo lo referente a los cambios en mi corazón y en mis sentidos. Es decir, todo lo raro. Tampoco mencioné a Josh ni a los demás y menos aún el hecho de que los conocía y no los había visto en mi vida. Bueno, dicho todo, en realidad no les conté demasiado, más bien poco.
Después de mi monólogo, todos se me quedaron mirando. No podía descifrar sus miradas pero sí sus corazones. Mis tíos, bueno... ellos no sabían muy bien que hacer. No sabían si castigar a mi prima o respirar aliviados ya que si Vera hubiese estado en mi lugar, ella sí hubiese muerto. No corría demasiado y nadar menos todavía. Mi madre ya estaba más tranquila. Me estaba agarrando fuertemente de la mano, noté su miedo a que esto fuera un sueño y yo hubiese muerto realmente. Siempre supe que me quería, pero ahora siento su amor y lamento la de veces que la mareé con lo de la mudanza. A mi padre le habían ofrecido un puesto de trabajo bastante bueno en una ciudad a unos doscientos kilómetros de aquí. No podía soportar mi vida en el instituto. No era capaz. Nunca me contaron la verdadera razón de por qué mi padre rechazó el puesto. Tendría sus razones... Mi hermano seguía de pie, observándome fijamente. Aún estaba algo preocupado. Intenté ahondar un poco más... ¡No se creía mi historia y sabía que no había dicho la verdad! ¿¡Cómo es posible!? No lo entiendo. Si su corazón le decía eso, ¿en qué pensará? Nada. Absolutamente nada. Hay algo que no me permite entrar en la mente de Marcos tan fácilmente como lo había hecho con Josh. Cada vez entiendo menos...
Tranquila. Pronto hablaremos y lo entenderás todo. Aún es pronto. Deber esperar un poco más. Te aseguro que te lo explicaré todo.
Era... la voz de mi padre en... mi mente...

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