miércoles, 17 de agosto de 2011

Encuentro (última parte)

Su pelaje era de un color negro, tan negro como el azabache, apenas tenía luz. Por otro lado, sus ojos sí que brillaban, de ira y ferocidad.
Sentí como cada fibra de mi ser se paralizaba después de un escalofrío. Tenía los nervios a flor de piel y el terror me inundaba por dentro. Mil imágenes e historias pasaron por mi mente, demasiada literatura, demasiadas películas de terror.
El lobo me miraba fijamente, no movió ni un músculo. Pude sentir su respiración acompasada.
De repente, percibí algo en lo alto de un roble. Vi la camiseta brillante y la melena morena de mi prima. ¡Se había subido a un árbol! Seguro que con la intención de asustarme después de verme desesperar buscándola. Vera tenía intención de bajar, no había visto al lobo. Tenía la vista fija en mí y bajaba con la sonrisa más grande del mundo. Con movimientos muy lentos, intenté llamar su atención y negar lentamente, para no alterar al lobo. Vera me vio perfectamente y también al lobo. Percibí que se echaría a gritar.
Mi cerebro funcionaba a mil por hora. Hay que salir del apuro. Y vivas. La única opción es echar a correr hacia el río y así despistarlo. El lobo no lo cruzaría. Al menos intento convencerme de ello. Mi principal objetivo es alejar el lobo de mi prima. Tal como era ella, era capaz de llamar la atención del lobo inútilmente y convertirse en su cena o en la cena de sus cachorros, si era una hembra. Esto último me dio otra cosa en qué pensar. ¿Qué hacía un lobo en aquella zona del bosque que era muy frecuentada por familias que vienen de acampada? Nunca, que yo recordara había oído algo acerca de avistamientos de lobos allí y, mucho menos, ataques. Este será el primero y posiblemente el primer ataque.
Inmediatamente eché a correr. El lobo o loba o lo que fuese me persiguió. Tenía suerte de ser la más rápida del instituto. Cada vez podía oír el rumor del agua más cerca. Eso me dio esperanzas.
Por el filo del ojo vi como el animal me seguía. No parecía esforzarse mucho. Sé que puede ser mucho más rápido.
De repente algo chispeó en mi mente.

Me estaba cansando, y lo está consiguiendo. Como no llegue rápido al río todo se acabará aquí.

Realmente no quiero eso. Siempre tuve la esperanza de que el destino me deparara algo bueno y grande.
Fuera lo que fuese.

Ya puedo ver el río entre los arboles más delgados, justo a la orilla del río. No puedo rendirme ahora. Corrí aún más rápido. Si me viera el profesor de educación física, me aprobaría para todo el curso. Ya sólo quedan unos metros para llegar al río. Puedo sentir mi sangre latir en mis oídos. Seguí corriendo, lo haré mientras me queden fuerzas.
En un minuto llegué a la orilla del río. No pensé en si habría rocas o en la profundidad del río. En aquel momento no pensé en nada. Sólo quiero acabar este día, viva. Salté al río sin pensármelo dos veces. Inmediatamente la corriente me arrastró río abajo.
Al contrario de lo que pensaba, el lobo me estaba siguiendo desde la orilla. Esperando algo o a alguien o, más bien, a que pudiera cogerme.
Llevo ya unos cinco minutos empapada y congelándome, aunque me pareció una hora. Tengo las piernas y los brazos cansados de intentar mantenerme en la superficie y estaba empezando a sentir como me faltaba el aire. No puedo respirar bien. La natación nunca fue mi fuerte y menos aún si se trata en los rápidos de un río.
Como de la nada llegó a mis oídos un estruendo, parecido a cuando llueve muy fuerte sobre un tejado débil. Toneladas de litros. Lo entendí más rápido de lo que esperaba.
Una cascada.







Mejor dicho "La Cascada". En este río hay varias cascadas, pero tienen poca altura y algunas hasta se podían bajar haciendo rafting.
Excepto una.
Tiene unos quince metros de caída y un fondo de roca dura, sin contar con la fuerza a la que cae el agua.
Estaba muy cerca del final. Como salga de ésta mi prima tendrá que disculparse durante el resto de su vida, y aún así no sé cuanto tardaré en perdonarla. Miré en todas las direcciones y hacia las orillas, buscando algo a que agarrarme. El lobo se ha ido. Eso o estaba esperando a que caiga por la cascada, ahorrándose así la molestia de tener que matarme.
Apenas unos metros quedan. De repente y salido de la nada un temor inundó mi mente, ¿y terminará todo aquí y así?

1 comentario:

Aimer.shojo. dijo...

Buahh, espero se salve de caer en el rio! O.O