miércoles, 3 de agosto de 2011

Encuentro (2)

Nos pasamos en silencio la siguiente media hora. Después, Vera simplemente se levantó y se adentró en el bosque, llevando en su cara una mirada que decía claramente que planeaba algo. Pasaron veinte minutos y como  vi que no volvía, salí a buscarla. No pensaba cargar con la culpa de que aquella inepta para la orientación y la prudencia se perdiera en el bosque, aunque en el fondo creo que mis tíos me lo agradecerían. Me reí sola, cogí un walkie-talkie, el otro lo tenía mi padre por si ocurría algo, y salí en su busca que seguro estaría apartando nerviosamente mosquitos, telarañas y viendo serpientes por todas partes. Vera siempre fue muy imprudente y se jacta demasiado de una valentía de la que no posee ni un terrón de azúcar.
Por la noche, para celebrar su cumpleaños encenderemos una hoguera, haremos malvaviscos y perritos calientes y mi tía sacará la guitarra, canta muy bien. Pero... para encender una hoguera necesitaremos leña y nadie se ha acordado de recogerla. Por eso, aprovecharé que busco a mi prima para recoger algunos palos. No hay rastro de Vera por este sendero, pero estoy segura de que es por el que se ha adentrado porque unos metros atrás he visto algunas ramas rotas  en el suelo y un lazo de su camiseta. Seguí andando unos diez metros más. Ni rastro de ella. Ya estaba dudando de si era el camino correcto o si debería avisar a mis padres y a mis tíos de la desaparición de Vera. Seguro que se ha perdido y no sabe regresar. 
Di una vuelta sobre mi misma y vi brillar algo cerca de un viejo roble. Me acerqué. Era un pendiente de Vera. Tenía que andar muy cerca. Solo hace falta que se de cuenta de que ha perdido uno de sus pendientes favoritos y ya la oiré poner el grito en el cielo. Pero eso no ocurrirá. O eso sentí, aunque sin causa conocida. Cogí el pendiente. Todavía tenía la tuerca, por lo que no se le cayó... ¡se lo quitó!
Ahora sí que olía a chamusquina.
Seguro era una broma de muy mal gusto. Vera debió de pensar: "Voy a darle un sustito a Miranda. Será divertido".
Seguí caminando. Seguro que me estaba viendo, así que me hice la tonta y seguí buscándola. Caminé diez metros más en dirección al río, ya podía oír el sonido de agua corriente chocando contra las rocas y algunos troncos. Por el rabillo del ojo vi algo. Si Vera pretendía asustarme, se iba a enterar a la hora de la cena. Oí como una rama se rompía al ser pisada detrás de mí. Me di la vuelta lentamente. No había que aumentar el ego de mi prima innecesariamente.
Pero... allí no estaba ella.
Era... Era... un lobo enorme.
Enorme y además hambriento.

No hay comentarios: