miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (6)

Sentí como su corazón lo arrastraba hacia su interior. Estaba muy solo. Sólo tiene once años, pero ya siente la soledad de su corazón perfectamente. Puedo entenderlo. Yo, al menos, ya conocía a Josh de antes. Ya tenemos muchos años de paseos por el bosque, anécdotas, juegos y recuerdos. Por el contrario, Marcos ni siquiera la conoce. No tiene ni siquiera una cara... Si yo que conozco a Josh desde hace tanto tiempo, me siento como si estuviera en medio del océano, haciendo equilibrios sobre una tabla estrecha, después de no vernos durante unas horas. No puedo ni imaginarme cómo se siente mi hermano. ¿Se habrá ahogado o todavía sigue aguantando sobre la precaria tabla? Intento sentir su corazón...
Todavía resiste... Ansía el regreso a la comunidad. En el momento en el que vea a la amiga de su corazón, aunque solo sea una mano, un pie o un mechón de su pelo, su corazón la reconocerá.
-¿Me cuentas lo que te ha pasado? -claro que se lo iba a contar, aunque no sé por donde empezar- Hay una manera para que me lo cuentes sin tener que usar las palabras. Es muy fácil y no tienes que pensar por donde empezar... Y así no tardas tanto -mi hermano quería cambiar de tema. Lo necesitaba... Y yo no se lo iba a negar. Además, siento curiosidad por saber qué más cosas podemos hacer.
-¿Y cuál es esa manera?
-¿Cómo puedo explicártelo...? Consiste en que me envíes tus recuerdos en imágenes... En teoría...
-¿Enviarte imágenes? ¿Cómo?
-La teoría es muy complicada. Pero... Déjame que piense... -su cara ahora mismo era un chiste. Me hacía sentir una ignorante ya que era claramente la de alguien que trata de explicar una cosa difícil a un niño haciendo que parezca sencilla y lo más divertido del mundo.
-Piensa, piensa...
-A ver así... Cuando le lees la mente a alguien, es como ver un álbum de fotos, con la diferencia de que si enfocas tu corazón en esa imagen, puedes sentir lo que esa persona sintió en ese momento. ¿Esto lo entiendes?
-Sí. Hasta aquí lo voy pillando.
-Bien. Pues imagínate que en vez de tener que pasar todas las hojas del álbum, directamente aparecen ante ti los momentos que buscabas. Esto significa que esa persona te los envió explícitamente.
-¿Y qué es lo que hay que hacer para enviar esos momentos en concreto?
-Sinceramente, no lo sé...
-¿¡Qué no lo sabes!? -¡no me lo puedo creer!
-Quiero decir, no en la práctica. Papá me lo explicó casi todo, pero hay cosas que no hice todavía... como enviar imágenes.
-¿Entonces...?
-Entonces, tenemos diez minutos para averiguar como se hace -debió de fijarse en mi cara, por la que asomaba mi lado cabreado-. Tranquila, ¿eh? Ya hace tiempo que pienso en como se hace y creo que no es tan difícil. Sólo necesitaba alguien más.
-¿Crees?
-Lo que tienes que hacer es concentrarte, por ejemplo, en todo lo que te ha pasado esta tarde y lo que has sentido. Y como estamos los dos solos, no tienes que hacer nada más. Después yo simplemente te leeré la mente. Si hubiese más gente, además tendrías que enfocar tus pensamientos en mí para que no le muestres a nadie algo por equivocación.
-Parece difícil...
-Inténtalo.
No hacía falta que me esforzara mucho en recordar toda la tarde ya que todavía sentía la tensión y los nervios a flor de piel. De repente, pasaron por mi mente unas cuantas imágenes. El lobo grande y negro persiguiéndome hacia el río. Marcos se había levantado, pero yo no le estaba prestando atención, simplemente seguí navegando por mis pensamientos. El agua congelada del río que me arrastraba hacia la Cascada. Otra vez el lobo, pero esta vez puede recordar sus ojos. Eran muy negros y estabas llenos de ira y reproche. ¿Me estaba culpando de algo? ¿Un lobo?
-¿¡Luke!?
Ese nombre...

No hay comentarios: