miércoles, 26 de octubre de 2011

Dos días sin saber (4)

Yo tenía mis razones para no acercarme demasiado a la parte más frondosa y oscura del bosque, pero Marcos me guiaba... No estaba perdido... Sabía por donde andaba. Me empecé a fijar por donde íbamos. Esta ruta, me  resultaba muy familiar, aunque no habría asegurado haber estado allí anteriormente. Me dejé llevar. Una inmensidad de emociones inundó mi mente y mi corazón. Imágenes sueltas acudían a mi cabeza cada vez que observaba un árbol en concreto o cierta piedra en la que podría haber estado sentada esperando algo o... a alguien.
Estuvimos andando durante casi diez minutos. No conocía aquella parte del bosque, pero Marcos sí. Sentía su seguridad. De pronto, los árboles empezaron a separarse y a formar un claro. Había también un tronco seco y caído justo en el medio. A pesar de ser casi de noche, podía ver todo perfectamente gracias a la luz de la luna que bañaba todo el claro e iluminaba cada detalle de aquel insólito lugar. Marcos se sentó en la hierba con la espalda apoyada en el tronco y yo, encima del tronco. Todo está en silencio. Apenas se oye el murmullo de la noche. Parece como si en el claro no viviese ningún tipo de animal, como si este claro estuviese reservado especialmente para nosotros. Aún así, siento una presión en el pecho, como si alguien nos estuviese observando o vigilando. No sé si fue buena idea venir aquí. Marcos captó mis pensamientos:
-No te preocupes. Éste es uno de los lugares más seguros de este bosque. Aquí nadie nos puede hacer daño. No a nosotros...
-Sé que es seguro... Pero no lo siento aquí -y con el dedo índice toqué mi corazón. Mi hermano lo único que hizo fue sonreír.
No soporto esta situación... El no saber nada de lo que pasa a mi alrededor. Y la cosa no mejora si mi hermano pequeño de once años sabe más que yo y no para de mirarme con esa sonrisa tan grande en su cara. Es exasperante... Tengo hasta ganas de darle un sopapo y borrarle esa gran sonrisa. Estuvimos en silencio un buen rato, hasta que Marcos se puso de pie delante de mí y con el ceño fruncido.
-¿Cuándo me vas a contar la versión real de lo que te ha sucedido hoy en el bosque? -sé que respuesta darle. No voy a ser la única que esté ansiando respuestas.
-Pues, cuando yo sepa también la versión real de mi vida... La duda y la incertidumbre son gigantes.
De inmediato su ceño se alisó y se sentó a mi lado. 
-Solo tienes que esperar hasta el jueves. No es tanto... -me miró algo enfadado, aunque su mirada era de picardía. Me iba a hacer sufrir intentando sonsacarle información- Yo tuve que esperar dos semanas. Si tú solo tienes que esperar dos días, tienes suerte.
-¿Dos semanas? -lo miré sorprendida. Dos semanas... Yo no lo soportaría. Demasiado tiempo sin saber si mi vida es real o es una gran mentira. Dos semanas... Ahora que lo pienso... Hace como mucho diez meses, durante dos semanas exactas Marcos se comportó de una forma que no era propia de él. No era él. Parecía otra personas totalmente diferente. Era más impulsivo, se enfadaba con facilidad y a la mínima provocación saltaba fuertemente. Se pasaba las tardes encerrado en su habitación... Y después, inesperadamente y de repente volvió a ser el Marcos de siempre. Tuve la necesidad de hacer algún comentario picajoso- Pues durante ese tiempo no había quien te aguantara. Estabas insoportable. 
-Pero, seguro que tú no aguantabas las dos semanas -él seguía sonriendo. ¿Tendría algún tic nervioso o realmente estaba tan contento como mostraba? Yo también quería sentirme así. No era capaz de sacar, aunque solo fuera durante unos minutos, aquel dolor, la duda y el sentimiento de decepción que llenaban cada esquina de mi corazón-. Además, ahora tú no estás sola...

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