miércoles, 15 de febrero de 2012

Pensamientos, preguntas y problemas (2)

Despertarme en la habitación de invitados de la casa de Sarah, ha sido una de las cosas más raras que me ha pasado en mi vida. No era mi habitación, ni era mi rama de roble. Sin embargo, había dormido como no lo hacía desde hacía bastante tiempo. Abajo pude oír el ruido de platos y me llegó el olor a tostadas recién hechas. Me vestí y bajé a la cocina. Allí me estaban esperando Andy, mi tío Jeff y Sarah que estaba sirviendo el desayuno.
-¿También habéis dormido aquí? ¿Dentro o en el porche? -no sé por qué pero hoy sentía que podía enfrentarme a todo y a todos. Me sentía... no sé, ¿entero? Es demasiado extraño, pero era lo que sentía. Poder sentir otra vez la otra mitad de mi corazón era un milagro y hoy nadie conseguiría preocuparme.
-Ya que a mi sobrino hoy le sobran las energías para bromear. Quizás tenga suficientes para echarnos una mano en la casa de Adrian.
-Eso no hace falta ni preguntarlo -la casa de Adrian Grewman. La casa de Miranda...
Luego de un buen desayuno, rodeamos la comunidad y nos dirigimos hacia un riachuelo que pasaba cerca de allí. Había un pequeño puente de madera. Lo cruzamos e inmediatamente nos internamos en una parte del bosque que nunca había explorado. Había muchos árboles y arbustos. La maleza impedía el avance, pero Andy parecía conocer bien un camino que hacía más fácil atravesar esa parte de bosque. Seguimos caminando durante unos quince minutos hasta llegar a un claro. Había una casa igual que la de Sarah. Se notaba que había estado deshabitada durante mucho tiempo. La vegetación salvaje impedía ver un pequeño camino de piedra que llegaba desde el borde del claro hasta la entrada de la casa. Era un poco más grande que la de Sarah y tenía un pequeño cobertizo donde supongo que se guardarían algunas herramientas y utensilios que nos ayudarían a limpiar los alrededores y para adecentar la casa.
Nos pusimos manos a la obra. Primero mi tío Jeff abrió el cobertizo y cogimos lo necesario para cortar la maleza y librar a la valla que rodeaba la casa de la hiedra. Nos llevó casi toda la mañana. El sol ya estaba muy alto cuando apareció Sarah con una cesta. Extendió un mantel en una zona limpia y comimos allí. Había sido una dura mañana de trabajo, pero la había disfrutado muchísimo. Era satisfactorio poder hacer algo por ellos y así poder devolverles el favor de todo lo bueno que han hecho por mí durante mi infancia. Ahora es lo único que puedo hacer.

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