Otro día buscaré a ese ser. Así que
ahora, Instinto, llévame de regreso a las tiendas, junto a nuestros padres, por
favor.
Yo
te enseñaré el camino. Te lo mostraré con imágenes. Confía en mí.
Aquello sí que me sorprendió
bastante. Era… Jeff, el tío de Josh. Bueno, no hay que buscarle pegas a la
buena suerte.
Miranda,
tú puedes llevarlos de regreso. Tienes todo lo necesario. Búscalo en tu interior.
Jeff,
no sé si…
¡Claro,
que podrás! Confía en mí. Te ayudaré.
De inmediato en mi mente se formó
una nube oscura que se aclaró hasta formar una imagen perfecta del bosque. Miré
a mi alrededor buscando esa imagen. Estaba a mi izquierda. Debíamos seguir por
allí. Mi hermano percibió mi decisión y siguió él en cabeza pero siguiendo las
instrucciones que nos llegaban desde alguna parte de este bosque.
Jeffrey nos guió durante la media
hora de recorrido entre el remanso y las tiendas. Cuando llegamos, todo estaba
apagado. Aún no se había encendido el fuego, ni había linternas. Nada. Solo
había silencio. Mis padres no estaban. Ha pasado algo y no sé lo qué.
Miranda.
Solo tienes que hacer dos cosas. Encender el fuego y cuidar de tus primos y de
Marcos. Nada más. Vuestros padres regresarán pronto. No te preocupes.
Era Jeff otra vez. Él sabía algo y
no me lo ha contado. Dice que no me preocupe… Eso es imposible. Estoy de los
nervios. ¿Qué habrá pasado para que no haya nadie aquí? Sin embargo, hice lo
que me dijo Jeffrey. Encendí el fuego e incluso les preparé una merienda a los
chicos. Así estarán tranquilos y entretenidos. Mi madre me dijo una vez que a
los hombres se les gana por el estómago y aquellos críos no iban a ser la
excepción. Además, no se preguntarán dónde están sus padres durante un buen
rato. Espero que vuelvan antes de que eso pase.
Ya ha anochecido. El fuego ya no es
suficiente para dar luz, por lo que Marcos encendió un par de linternas y las
dispuso por el claro. Ya no sé qué hacer. Esta espera es inaguantable. Ya no lo
soporto más. Tengo que hacer algo. No sé.
Tranquilízate,
volverán tarde o temprano.
Marcos y mis primos habían sacado
unos juegos de mesa y parecía que se divertían. Mientras ellos estén
tranquilos…
¿Has
oído eso?
Marcos lo había oído igual que yo. Podíamos oír unos pasos
nerviosos acercándose por nuestra derecha. No sé qué hacer. ¿Será amigo o
enemigo? Permanecimos quietos, sin hacer nada imprudente. Mis primos siguieron
jugando. Ellos no habían oído nada. Cada vez estaban más cerca. Eran varios.
Inmediatamente, los matorrales se
movieron y nuestras madres aparecieron por allí. El alivio recorrió tanto mi
cuerpo como el de Marcos. Menos mal que eran ellas. Nuestros primos corrieron
junto a su madre que fue directa a preparar la cena. Pude sentirla nerviosa e
intranquila. ¿Qué habrá pasado?
Mi madre nos miró a ambos y nos hizo
una seña para que la siguiéramos a la parte más alejada del campamento. No
quiere que nuestros primos nos escuchen. La noto distinta. Como si algo nuevo
hubiese aparecido en ella. Pero, al mismo tiempo sigue siendo mi madre, nada ha
cambiado.
Repentinamente, mi hermano se
abalanzó a los brazos de nuestra madre. Me pareció de lo más extraño. Mi
hermano no era una persona que mostrara sus sentimientos abiertamente ni
tampoco le agradaban las muestras de afecto exageradas y en público. Por lo que
su actitud ahora es muy rara. ¡Ya no sé por quién preocuparme!
-¿Mamá, qué ha pasado? -Marcos la
miraba preocupado, también había notado algo diferente en ella.
Que nuestra familia pronto
volverá al sitio al que pertenece y del que nunca debimos marcharnos.
Ahora sí que lo entiendo todo. Mi
madre también ha recordado... Bueno, en realidad, no sé lo que ha recordado
porque yo no lo recuerdo. Solo tengo imágenes sueltas en mi cabeza que me dicen
que hay algo grande e importante que he olvidado. Noto como mi madre centra
toda su atención en mí. No sé ni como sentirme. Siento rabia... miedo...
decepción... No sé... Necesito estar sola y no pensar.
Ahora es muy tarde para que te
vayas por ahí... Mañana si quieres te dejamos a solas. Nos llevamos a los niños
y a Vera.
Gracias, mamá. No me alejaré...
Por eso no te preocupes. Si se
hace tarde, te buscaremos. Nunca estarás sola, pero sí que podemos dejarte
espacio. Y ante todo no hagas nada imprudente.
De acuerdo.
Mi madre fue a ayudar a mi tía y
nosotros nos entretuvimos con los juegos de mesa, esperando a que llegaran los
demás. Cuando la cena ya estaba lista, aparecieron Vera y mi tío y nos pusimos
a cenar. Faltaba mi padre, pero nadie había dicho nada al respecto. ¿Dónde
estaría y qué estaría haciendo? Cuando
nos acostamos, mi padre aún no había vuelto. Me estaba preocupando, pero mi
madre no lo estaba, así que decidí
dormirme y dar paso a un miércoles más largo aún si cabe que el martes.